Mauricio Meschoulam
Es común pensar que la guerra en Ucrania inició en febrero del 2022. Pero no es así. Ese mes sólo inicio la invasión rusa a gran escala a ese país. Unas notas al respecto:
1. Es acerca de Ucrania, pero no sólo acerca de Ucrania. Ucrania en 2014 fue una gota que derramó un vaso. Desde la visión de Putin y el sector que él representa, Rusia había sido marginada de las decisiones de seguridad tomadas por Occidente. Sus intereses vitales no eran considerados. Putin decía que «los acuerdos de la posguerra fría habían sido incumplidos» (refiriéndose a las continuas expansiones de la OTAN). Por eso, cuando la OTAN invita a Georgia y Ucrania en 2008 a sumarse, Moscú decide enviar varios mensajes de fuerza. Primero al invadir Georgia. Luego, tras el apoyo de Occidente a la rebelión en Siria, el mensaje vino con el respaldo militar ruso a Assad. Y luego con las protestas masivas que aparecen en Ucrania a fines del 2013.
2. Por tanto, lo de Ucrania inicia mucho antes del 2022. Sin mencionar las protestas del 2004, la cuestión central en 2013-14 consiste en la percepción de Putin de que Ucrania, un país que él (y un amplio sector en Rusia) valora como zona natural de influencia rusa, se estaba escapando de su cercanía y que esto estaba siendo impulsado por Occidente. Esto explica a decisión de Rusia de tomar posesión y posteriormente anexar Crimea tras la deposición de Yanukovich (el último presidente prorruso en Kiev) para posteriormente respaldar a la rebelión separatista en el este ucraniano desde el 2014 en adelante.
3. Las coyunturas posteriores. Con Trump en 2017, Putin estima que hay un espacio para negociar. Esto distendió las relaciones entre EU y Rusia y sostuvo los ceses al fuego en el este ucraniano negociados en Minsk. Pero solo relativamente. De hecho, Zelensky lanzó su campaña del 2019 en buena medida a partir de su oposición a lo acordado en Minsk. Ya en 2021 Trump fue sustituido por Biden en la Casa Blanca. Con ello, se elevó la retórica y las acciones de EU contra Rusia.
Así que el nuevo mensaje de fuerza de Putin llegó desde 2021. Rusia condujo ejercicios militares y dejó a decenas de tropas amasadas alrededor de Ucrania desde marzo de ese año para después de meses de mucha especulación, lanzar la invasión frontal. Las metas expresadas por Putin consistían en «desnazificar y desmilitarizar a Ucrania», esto es: asegurarse de eliminar a todo el régimen en Kiev, tomando posesión de la infraestructura política y militar del país. Esto se conseguiría con la conquista de Kiev y buscando forzar compromisos mayores con la OTAN. Esas metas siguen vigentes y han impulsado a Rusia a seguir adelante con su guerra, incluso tras altísimos costos, errores y múltiples dificultades para operar militarmente. Hoy estamos en la fase de negociaciones iniciadas por Trump.
4. El impacto mayor: el sistema internacional. La invasión rusa a Ucrania deja en muchos la sensación de que las instituciones multilaterales y los esquemas de derecho internacional que fueron construidos para fomentar la cooperación y la resolución pacífica de las controversias entre países han sido brutalmente ineficaces para garantizar la seguridad nacional de los estados. Por tanto, hay cada vez más actores que consideran que sólo las armas y la disuasión podrán asegurar el no ser atacados en este entorno anárquico. Esto está derribando los arreglos para el control de armas, y en cambio, fortalece las carreras armamentistas y los despliegues militares en el mundo. El problema es que no ha habido la articulación de un discurso alternativo en el campo de la construcción de paz global que pueda ser lo suficientemente sólido como para competir con la realpolitik. Sun
