martes, abril 16, 2024
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Crisis de Seguridad Alimentaria Será un Problema de Salud Pública

La bióloga Julia Carabias Lillo, de la Universidad Nacional Autónoma México (UNAM) e integrante de El Colegio Nacional, advirtió que si las tendencias de desarrollo alimenticio no cambian, la temperatura de la superficie de la Tierra aumentará tres grados Celsius en el 2050 y a finales del siglo se extinguirán un millón de especies.
«Estamos pretendiendo controlar el planeta y no lo estamos sabiendo hacer», advirtió la investigadora mexicana.
En su participación en el Congreso de Bioética 2020, «Tormentas y tormentas: pandemia y calentamiento global», la profesora de la Facultad de Ciencias (FC) de la UNAM expresó que para evitar el estado de inestabilidad, la humanidad debe frenar el incremento del cambio climático y la pérdida de la biodiversidad, pues su extinción es irreversible.
En su intervención durante la conferencia virtual, organizada por el Seminario Permanente de Bioética del Programa Universitario de Investigación en Salud (PUIS) de la UNAM, «Alimentación sustentable para frenar el cambio climático», expresó que las causas en el detrimento de nuestra civilización tiene que ver con la alta demanda de energía en el mundo y de alimentos.
Ante este contexto, Carabias vaticinó que en 30 años la población mundial será de 9.6 mil millones de habitantes, en la actualidad la Organización de las Naciones Unidas (ONU) estima un promedio de 6 mil millones. Este aumento, implicará un acondicionamiento en el desarrollo de alimentos, por lo que será necesario aumentar su producción en un 60%.
Además, estimó que en la actualidad ya «existen 821 millones de personas en el mundo que viven en condiciones de desnutrición y esta tendencia se ha incrementado y se está agravando».
Otras de las problemáticas en las que ahondó la integrante del Sistema Nacional de Investigadores fue que durante el proceso de producción de alimentos, una tercera parte de los comestibles se desperdicia. Aunado a esto, expuso que el cambio climático provoca la inconsistencias en los diez principales cultivos del mundo, impactando en un 13.4% en la disminución de la palma aceitera, y un aumento del 3.5% para la soya, reduciendo de este modo la tercera parte de sus calorías consumibles.
En este caso, dijo que se registraron incrementos en el número de sequías y la presencia de inundaciones más intensas, junto a los efectos secundarios de la deforestación: «Más del 50% del planeta está deforestado por la producción de los cultivos que consumen dos tercios del agua dulce del planeta y usan agroquímicos contaminantes, además de que se promueve la ganadería extensiva», señaló.
En estas circunstancias, la académica consideró preciso la toma de decisiones urgentes, ya que lamentablemente, la seguridad alimentaria no forma parte de la Agenda Global de los Gobiernos Locales y Regionales (UCLG), pese a que tiene como finalidad marcar la perspectiva y las aspiraciones de los gobiernos para alcanzar un desarrollo sostenible en el entorno actual, en búsqueda de poner fin al hambre, lograr la seguridad alimentaria, la mejora de la nutrición y promover la agricultura sostenible.
Para lograr un sistema integral, la especialista opinó que es necesario la promoción de cambios radicales en políticas que tengan en cuenta la degradación del suelo, la alteración del ciclo hidrológico, la pérdida de la biodiversidad y el cambio climático. «Es un asunto de salud pública, de patrones de producción y consumo, de acceso y distribución de los alimentos, con toda la dimensión económica, social y cultural que esto significa», ahondó.
Asociado a estas acciones, la también merecedora del reconocimiento Belisario Domínguez, por su contribución al cuidado del ambiente, sugirió cambios en los sistemas productivos, es decir, bajos en generación de gases de efecto invernadero, así como fomentar la cero deforestación.
«Si sabemos que el 50% de la Tierra ya está alterado, tenemos que reducir los agroquímicos, regularlos y controlarlos; racionalizar el uso del agua para detener ese uso de las dos terceras partes que estamos utilizando y eliminar los subsidios perversos», consideró.
Se requiere además, eliminar la práctica de «roza, tumba y quema» -dijo la universitaria- mediante la restauración de suelos, el fortalecimiento de la agroecología, con el uso de semillas criollas, así como el aumento de recursos que faciliten la asistencia técnica con acompañamiento profesional y subsidios, en pro de una planeación regional, pues es imprescindible producir en donde se consume y promover los mercados regionales.
Además, recomendó a la población la implementación de dietas saludables, con un consumo duplicado de frutas, vegetales, nueces, semillas y legumbres. Del mismo modo, aconsejó la reducción de un 50% en la adquisición de carnes rojas, derivados de la leche y caña de azúcar. Sun

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