José Meléndez, Corresponsal
Con un daño a su credibilidad como mediador en el choque de Rusia y Ucrania, al acusar a Kiev de unirse a Moscú en 2022 para iniciar la guerra, el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, quedó enfrentado a un entorno que los brasileños acostumbraron describir con un viejo refrán: «Quien no tiene perro, caza con un gato».
Así quedó Lula en su campaña mundial por la paz en Ucrania.
«Lula parece jugar la partida de forma amateur, pero sospecho que es plenamente consciente de su papel y del de Brasil como piezas importantes en el tablero que China y Rusia han montado para socavar la estabilidad en Occidente», alegó el analista brasileño Leonardo Coutinho, presidente de Inbrain Consultants, consultora privada de Washington.
El abogado brasileño Paulo Abrao, exsecretario ejecutivo de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y director ejecutivo de Washington Brazil Office (WBO), de Estados Unidos, defendió que Brasil es «grande, influyente y soberano. Es natural que un país con estas características se mueva con libertad, autonomía y sentido muy propio de cuáles son sus intereses, más allá de las expectativas y de las presiones que puedan llegar desde otros países».
Con un dudoso peso político en la diplomacia mundial como para poner a Kiev y a Moscú a pactar la paz, el gobernante regresó satisfecho anteayer a Brasil tras visitar China del 11 al 15 de este mes y recibir apoyo de Beijing en su negociación para terminar la guerra, que se desató el 24 de febrero de 2022 con el ataque de Rusia a Ucrania.
En una escala en Emiratos Árabes Unidos en su viaje de retorno a Brasil, Lula planteó que «la construcción de la guerra es más fácil que la salida de la guerra, porque la decisión de la guerra la tomaron los dos países». Rusia agradeció los esfuerzos brasileños, y Estados Unidos acusó a Lula de «repetir la propaganda rusa y china» sobre Ucrania.
Lula anticipó, el 6 de este mes, que Ucrania deberá resignarse a ceder soberanía y territorio a Rusia. Ucrania «no comercia con sus territorios», contestó Kiev, al advertir que cualquier mediación debe basarse en respetar la soberanía y plena recuperación de su integridad.
Al asumir en enero de este año su tercer cuatrienio tras gobernar de 2003 a 2010, Lula se insertó en la campaña por la paz en Ucrania con Rusia, Estados Unidos, China y Europa, pero pareció desgastarse en una cacería con gato y sin perro. «Muchos líderes mundiales que han expresado públicamente su predilección por la elección de Lula parecen comportarse como si hubieran sido engañados o traicionados por el presidente brasileño. Lula se presentó al mundo como salvador de la democracia, pero en sus cuatro meses al frente del gobierno no ha sido capaz de mostrar fidelidad a su compromiso», dijo Coutinho a EL UNIVERSAL.
Al recordar que, con sus declaraciones en China, Lula situó «claramente a Brasil en la condición de satélite de la alianza chino-rusa contra Occidente», subrayó que el mandatario «echó la culpa de la invasión de Ucrania a la OTAN y a EU».
Rusia argumentó que atacó porque la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) se expandió y afianzó como creciente amenaza sobre las fronteras rusas con la anuencia de Kiev. «[Lula] enroló a Brasil en una alianza para suplantar al dólar como moneda de referencia en el comercio mundial y reforzó el compromiso de ayudar a China a extender su influencia en el mundo», por lo que la visita que el canciller de Rusia, Serguéi Lavrov, inició este martes en Brasilia «refuerza esta posición brasileña», dijo.
Lavrov ingresó al país «con la sensación de quien acaba de llegar de vacaciones en una de las idílicas playas de Copacabana. Sintiéndose como en casa, fue a sentarse con su homólogo brasileño [Mauro Vieira]», dijo, al aludir a que, vestido de pantalón vaquero, tenis y chaqueta, el diplomático desfiló por una alfombra roja en esa capital. La neutralidad de Brasil y de Lula en la guerra quedó a debate luego de que, en febrero anterior y en el primer año del ataque de Rusia a Ucrania, Brasilia votó a favor de un acuerdo en la Organización de Naciones Unidas (ONU) que exigió la retirada inmediata e incondicional de las tropas rusas de suelo ucraniano.
«Este voto fue la ‘razón’ de Lavrov para ir a Brasil a intentar dejar a los brasileños correctamente informados sobre la guerra. Tiendo a creer en una jugada ensayada. Algo muy común en el futbol y también en las relaciones internacionales», narró Coutinho.
«En cuestiones relevantes, Brasil se puso del lado ruso. Negó a los ucranianos el acceso a un tipo de munición vital para sus vehículos blindados suministrado por Alemania, del mismo modo en que se ha esforzado por legitimar a Moscú», insistió. Sun