lunes, marzo 31, 2025
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La Economía Detrás de las Desapariciones de Jóvenes en México

Dafne Viramontes

El caso Teuchitlán vuelve a abrir la discusión sobre la desaparición en nuestro país. Sin embargo, cuando hablamos de desaparición es importante no solo pensarlo desde un enfoque de seguridad, sino como un problema multifactorial, en el que factores como la pobreza, la falta de oportunidades económicas y las expectativas de vida juegan un papel central.
Por ello, resulta fundamental analizar los factores económicos que subyacen a la desaparición y el reclutamiento forzado. De las recientes desapariciones, destaca el uso de ofertas laborales falsas como mecanismo para atraer a potenciales víctimas de reclutamiento forzado. La historia se repite una y otra vez: un joven asiste a una entrevista de trabajo tras ver un anuncio en redes sociales y, desde ese momento, su familia no vuelve a saber nada de él o ella.
El crimen organizado ha comprendido bien las necesidades y aspiraciones de los jóvenes en el mercado laboral, con ofertas de trabajo excesivamente atractivas, como salarios por encima del promedio, requisitos de experiencia mínimos, y horarios de trabajo flexibles, crean un ambiente laboral tentador, aunque difícil de creer.
Cabe mencionar, que esta estrategia no es nueva en sí misma. Recordemos hace unos años anuncios similares en los clasificados de los periódicos. Lo que sí es nuevo es el uso intensivo de las tecnologías de la información para acceder a poblaciones cada vez más jóvenes.
Hoy, las ofertas se difunden por los canales que más consumen los jóvenes: redes sociales como TikTok, cuya edad promedio del usuario es de 24 años. Es probable que algunos jóvenes sospechen de la veracidad de estas ofertas, pero la precariedad laboral en la que viven puede empujarlos a asumir el riesgo.
Sobre la precariedad laboral a la que se enfrentan los jóvenes los datos son contundentes. De acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), durante el cuarto trimestre de 2024 había un total de 30.9 millones de jóvenes de entre 15 y 29 años en México. De ellos, 16.5 millones, aproximadamente el 53.4 por ciento, se encontraban económicamente activos. Dentro de este grupo, al menos 828 mil jóvenes estaban desempleados, lo que representa una tasa de desempleo del 5.0%, casi el doble del desempleo general del país 2.6%.
Pero incluso los jóvenes que logran insertarse en el mercado laboral enfrentan condiciones de precariedad salarial. Se estima que, al cierre del año, el 39.1% de los jóvenes ganaban menos de un salario mínimo (278.80 pesos diarios), el 32.7% entre uno y dos salarios mínimos, mientras que el 6.6 % no recibía ningún tipo de ingresos por el trabajo que desempeñaban. La situación es aún más crítica entre jóvenes de 15 a 19 años, en donde el 55.4 % gana menos de un salario mínimo, y el 15.4 % trabaja sin recibir pago alguno.
En contraste, el crimen organizado ofrece una amplia gama de ofertas de empleo. De acuerdo con un estudio publicado en la revista Science, se estima que los carteles mexicanos emplean al menos 175 mil personas en el país, ubicándose como el quinto empleador más grande a nivel nacional. Además, han desplegado una amplia campaña de propaganda en redes sociales, en donde «promocionan» el trabajo en el narco como un mecanismo de movilidad social, reconocimiento y pertenencia. Para muchos jóvenes, formar parte de un cartel, no solo implica un empleo y un salario, sino también la posibilidad de «ser alguien en la vida».
No sorprende, entonces, que haya jóvenes dispuestos a acudir a entrevistas sospechosas o aceptar trabajos riesgosos que pueden derivar en redes de trata de personas, desaparición o esclavitud criminal. Las estructuras criminales han sabido capitalizar la desesperación económica de muchos jóvenes para incorporarlos en actividades ilícitas, ya sea mediante engaños, amenazas o simplemente ofreciéndoles una mejor calidad de vida
En conclusión, la desaparición y el reclutamiento forzado no son únicamente consecuencia de la inseguridad. Son también resultado de un modelo económico que ha abandonado a las juventudes, especialmente aquellas sin acceso a educación, empleo digno o perspectivas de futuro.
Jóvenes que no califican para un trabajo formal por falta de experiencia, que ganan salarios precarizados, que no imaginan una vejez con pensión, y que encuentran en el crimen organizado una opción real de supervivencia. Abordar esta crisis requiere de una estrategia integral, que no solo fortalezca la seguridad, sino que observe las necesidades de los jóvenes en situación de vulnerabilidad. De lo contrario, la precariedad seguirá siendo el principal reclutador del crimen organizado. Sun

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