LA PERSECUCION POLICÍACA Y MILITAR DE LAS BANDAS DELICTIVAS EN ESE PAÍS, OCASIONÁRA QUE MIGREN HACIA OTRAS REGIONES, ESPECIALMENTE A TAPACHULA.
Tapachula, Chiapas; 28 de marzo del 2022.- La estrategia en matera de seguridad en la república centroamericana de El Salvador, con la que las autoridades federales hicieron el intento de frenar a la delincuencia común y organizada, fue un total fracaso.
Tan solo este domingo, se contabilizaron 62 civiles muertos por los enfrentamientos de bandas delictivas antagónicas, que se disputan el territorio para seguir cometiendo sus fechorías de manera impune, como la extorsión (llamada popularmente cobro de piso), robo, asaltos con violencia, homicidios, narcomenudeo, ataques sexuales, lavado de dinero, terrorismo, entre otros.
De acuerdo a especialistas en la materia, esa jornada armada ha sido una de las más mortíferas, al menos en los últimos 30 años, es decir, desde el fin de la guerra civil.
Entre las víctimas hay vendedores del comercio informal, pasajeros del transporte público, amas de casa en mercados, y grupos de personas que iban al trabajo, a sus casas o a la escuela.
Derivado de todo eso, la Asamblea Legislativa de El Salvador, un país de unos seis millones de habitantes, no tuvo otra opción que aprobar un Régimen de Excepción de 30 días, con la que se suspende algunas de las libertades civiles que garantiza la Constitución, flexibiliza las condiciones para los arrestos, restringe las reuniones y permite al gobierno interceptar las comunicaciones de los ciudadanos.
También elementos del Ejército Nacional fueron desplegados en colonias, con las que se pretende ubicar y detener a los miembros de las bandas delictivas Mara Salvatrucha 13 (MS-13) y la Barrio 18.
Nayib Bukele, de 40 años de edad y quien asumió el cargo de presidente hace tres años, hizo el compromiso de campaña en torno a llevar la justicia, el orden y control a las calles de esa nación, además de combatir de frente a esas bandas. Pero, a la mitad del periodo de su mandato, su nación es una de las más violentas del mundo.
Incluso, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos impuso recientemente sanciones a altos funcionarios salvadoreños, entre ellos el viceministro de Justicia y el director de Reconstrucción del Tejido Social de la Presidencia, por una supuesta negociación secreta entre el gobierno y los jefes de las pandillas.
La movilización policíaca y militar, además de la persecución entre los bandos delictivos, hacen suponer que podría ocurrir el «efecto cucaracha», un término popular que refiere que, cuando esos factores se conjugan, los malhechores migran hacia otras regiones e históricamente ha sido Tapachula el destino de miles de ellos.
Hace unos 15 años hubo un éxodo similar hacia la frontera sur de Chiapas, en la que las autoridades federales y estatales de ese entonces se tuvieron que «amarrar los pantalones» para frenar y detener al menos a unos mil 300 pandilleros en un solo año y repatriarlos a su país
Para muchos fue un periodo sangriento que no se puede olvidar por decreto, como aquel desfile cívico en Tapachula, en el que los maras abrieron fuego contra niños y adolescentes, una situación que nadie quiere que se repita ni de broma, y que aún es tiempo de prevenir. EL ORBE / Ildefonso Ochoa Argüello
