viernes, mayo 3, 2024
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Plan de Sedena: Entre el Golpismo y la Tutela Militar

Erubiel Tirado

Pocas veces en la historia moderna de México se ha visto con claridad el dominio y la penetración castrense, aderezada con el populismo de moda, en sus relaciones político-militares y la amenaza que representa a los cimientos democráticos del país.
La reorganización de la Sedena puesta en marcha el pasado 13 de Agosto, con vicios de ilegalidad (e inconstitucionalidad respecto de la Guardia Nacional), es una fase avanzada de militarismo que aplasta el liderazgo civil. Esta claudicación niega principios constitucionales y una de las decisiones políticas fundamentales: la preeminencia del poder civil sobre el estamento militar en el Estado mexicano.
“Homologación”: Pretexto y Manipulación Comparada.
No es casual la identidad discursiva y argumental entre los altos mandos de Sedena-Semar y el presidente López Obrador cuando justifican la militarización de proyectos de Gobierno (que van desde la construcción de infraestructura hasta la distribución de juguetes), la administración (pública) in extenso y la seguridad pública. En realidad, la verdadera homologación viene de una sugerencia de Estados Unidos.
Específicamente la diferenciación en la Sedena sobre la toma de decisiones de defensa respecto de las cuestiones operativas de administración y funcionalidad ordinarias de sus tropas (ver documento Comandancia General VII Región Militar, “Reorganización de la Sedena, 3 May, (sic) 2021” y Sedena “Creación de la Comandancia del Ejército, Nota Informativa, 13 Ago. 2021”) omite un aspecto clave: la reforma estructural (de tipo legal y constitucional) que debiera dar paso a la creación de un Ministerio de Defensa.
Esto último implicaría un cambio en las definiciones constitucionales y legales orgánicas en el sector e implicaría, entre otras cosas, el nombramiento de un ministro o secretario civil que asuma el liderazgo estratégico junto con la debida separación de estructuras administrativas de las operativas-militares, dejando a los militares la función para la que están llamados a desempeñar, sin distractores políticos-burocráticos.
Así se llegaría (y de ahí las necesarias referencias comparadas) orgánicamente a la creación de un Comando Unificado de las Fuerzas Armadas (ejército de tierra, fuerza aérea y marina) donde se conjunten las decisiones castrenses de las tres responsabilidades de toda fuerza armada moderna y en Estados con gobiernos democráticos.
El planteamiento ilegal de la Sedena es endogámico y limitado en su alcance (no se incluye a la Marina). Aunque ello no es obstáculo para la propaganda política e ideológica para mostrar tanto su músculo (atrofiado ahora por el gigantismo funcional) como su comportamiento de apoyo faccioso al gobierno en turno (ahora el de la “4T”).
Son falsos y manipuladores los señalamientos, del presidente y del titular de Sedena, de que la reorganización militar en marcha pone en sintonía modernizadora al ejército de tierra y la fuerza aérea, a la par de fuerzas armadas y ministerios de defensa de democracias consolidadas.
Más aun, incluso en casos en que se señalan (como lo ha hecho el Presidente) actuaciones militares en tareas reservadas a fuerzas civiles, como la seguridad pública, se trata de excepciones en situaciones de emergencia nacional. La absorción orgánica militar de facto de la Guardia Nacional es, hoy por hoy, inconstitucional y con vicios de convencionalidad en materia de tratados internacionales. Ninguna argumentación sobre esto figura en los documentos militares conocidos sobre sus ambiciones aparentemente de eficiencia operativa.
Sedena-Semar y Nacionalismo Entreguista.
Poco se ha advertido en las graves señales del colaboracionismo militar que ha dado al traste con el sello de identidad del nacionalismo de los soldados y marinos mexicanos respecto de la cooperación con sus homólogos del norte. Esto ha ido de la mano con el proceso de autonomía militar que adquirió relevancia en la relación civil militar desde hace cinco lustros y que se consolidó en los años de la guerra contra el narcotráfico y de la Iniciativa Mérida. El protagonismo militar de las últimas décadas desplazó el mando político civil y asumieron no sólo la comunicación horizontal con las agencias de seguridad civil y militar de Estados Unidos (incluyendo la representación directa en esquemas como el Comando Norte -Colorado- o centros de inteligencia como EPIC, El Paso Intelligence Center -Texas-), sino que se pusieron a “sus órdenes”.
Este es el verdadero origen de la “homologación” de la que habla la Sedena en sus documentos y que en realidad se trata de un maquillaje administrativo que pretende cubrir las distorsiones de diseño institucional de los militares mexicanos para “igualarse” con el aparato norteamericano… a sugerencia suya.
Por ello no son de extrañar las expresiones superlativas de mandos militares de Estados Unidos sobre la “cooperación” de defensa con sus “homólogos” mexicanos. Apro

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