jueves, marzo 28, 2024
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Autoridad Municipal Hace Caso Omiso a Problemas de Inseguridad, Basura, Ambulantes, Cantinas y Prostitución

*EL GOBIERNO DE OSCAR GURRIA NO HA CUMPLIDO CON LOS COMPROMISOS ASUMIDOS EN CAMPAÑA. *SECTORES PRODUCTIVOS Y EMPRESARIALES VIENEN EXIGIENDO ATENCIÓN DE LOS ELEMENTALES SERVICIOS PUBLICOS, SIN OBTENER RESPUESTA.

Tapachula, Chiapas; 27 de Diciembre.- A menos de una semana de que concluya el año, Tapachula está atravesando una crisis de ingobernabilidad porque el comercio informal de mercancía de dudosa procedencia, así como alimentos y bebidas sin revisión sanitaria, se han establecido en banquetas, calles, Sendero Peatonal, parques e infinidad de espacios públicos, con la complacencia de la administración municipal que preside Oscar Gurría Penagos.
La ciudad, la segunda en importancia en el Estado, también está a expensas de la delincuencia común y organizada, luego de que los altos niveles de inseguridad la mantienen entre las más peligrosas en Chiapas, según las estadísticas oficiales.
Los organismos civiles, que se suponen deben velar por la seguridad de los tapachultecos, permanecen en silencio con sus mismos representantes de siempre, a quienes de alguna forma los han convencido para no externar ningún reclamo de la sociedad.
Incluso, a unos metros de la propia Presidencia Municipal, la prostitución de hombres y mujeres se ofrecen públicamente a todas horas, sin control médico y sin importar los derechos morales de la sociedad, sobre todo el de niños y mujeres.
En tres meses, la venta indiscriminada de alcohol en bares, cantinas o en antros disfrazados de karaokes, coctelerías, restaurantes, bares o discotecas se ha incrementado exponencialmente.
Ahora ver a menores de edad consumiendo bebidas alcohólicas en cualquiera de esos establecimientos es común en Tapachula, al igual que los accidentes automovilísticos a consecuencia de conductores en estado de ebriedad, en la que lamentablemente ya hay muchos decesos.
Los problemas de la recolección de la basura son visibles y no tienen objeción. A falta de que pasen los camiones recolectores y a las tarifas tan altas que cobran los tricicleros por bolsita de residuos, ahora la sociedad ha empezado a dejar los deshechos en las calles, banquetas, parques, lotes baldíos, o los avientan a los ríos.
El desorden vial refleja también la inoperancia del Ayuntamiento local. Cientos de unidades del servicio público de otros municipios han establecido sus estacionamientos y terminales en las arterias del centro de la ciudad, sin contar que cientos de vehículos sin concesión y sin saber quiénes son, empezaron a operar en las últimas horas.
Se creía que las autoridades entrantes cumplirían sus promesas de campaña e impulsarían las estrategias que fueran necesarias para abatir los rezagos del municipio y atender el resto de sus problemas, pero no cumplieron.
Al contrario, las inconformidades de la sociedad han ido creciendo paulatinamente, sobre todo por la falta de obras, del mantenimiento a los servicios públicos, ambulantaje, altas tarifas de agua potable, calles literalmente destrozadas, entre otros.
Es más, los actuales servidores públicos no han tenido la capacidad de sincronizar los semáforos de la ciudad que, a diferencia de lo que ocurre en Chiapas y el resto del país, mientras que en una esquina ofrece el “siga”, en la otra marca “alto”, provocando un gasto en gasolina de los usuarios y del servicio público.
Tratando de justificar su ineptitud, hubo quienes argumentaron que era una estrategia de seguridad para que los delincuentes no escaparan fácilmente, cuando en realidad los asaltantes se transportan en motocicletas, no respetan la orientación de las vialidades y mucho menos esperan la luz verde del semáforo.
El comercio organizado y establecido ha visto también que sus representantes han bajado la cabeza y guardado silencio, quizá por algún acuerdo con las autoridades locales. Hoy, la venta informal ha inundado incluso las jardineras y las bancas, sólo falta que se haga también en el interior de la alcaldía.
El cambio prometido fue para atrás y la transformación para mal. Cada uno de esos comerciantes ambulantes tienen que pagar algún tipo de impuesto, con o sin comprobantes, para que el Ayuntamiento los deje comercializar sus mercancías sin que nadie los moleste.
Antes se esperaba que llegaran a Tapachula las autoridades federales o estatales a poner orden, a atender esos reclamos ciudadanos, a impedir que el Ayuntamiento hiciera lo que quisiera a costillas de la población, pero ahora, ya ni esa esperanza existe. EL ORBE/Ildefonso Ochoa Argüello

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