Ciudad de México, 12 de Junio.- A finales de 2024, en el mundo había 123,2 millones de personas desplazadas por la fuerza a causa de persecuciones, conflictos, violaciones a los derechos humanos y otras formas de violencia, lo que representa un aumento de más de 7 millones de personas. Es decir, un 6 por ciento más en comparación con el cierre de 2023, señala ACNUR, la agencia de la ONU para los refugiados.
«Vivimos en una época de intensa volatilidad en las relaciones internacionales, en la que las guerras modernas crean un panorama frágil y desgarrador, marcado por un agudo sufrimiento humano. Debemos redoblar nuestros esfuerzos para buscar la paz y encontrar soluciones duraderas para los refugiados y otras personas forzadas a huir de sus hogares», dijo Filippo Grandi, Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados.
El Informe anual de ACNUR sobre Tendencias Globales indica que entre las personas desplazadas por la fuerza se incluyen a las personas desplazadas dentro de su propio país debido a conflictos –cuyo número a finales de 2024, había alcanzado los 73,5 millones de personas, tras registrar un fuerte aumento (de 6,3 millones de personas)– y las personas refugiadas que se vieron forzadas a huir de sus países (42,7 millones de personas).
Sudán, con 14,3 millones de personas refugiadas y desplazadas internas, se ha convertido en el país con el mayor número de personas desplazadas por la fuerza en el mundo, superando en esta triste marca a Siria (con 13,5 millones de personas). Siguen Afganistán (con 10,3 millones) y Ucrania (con 8,8 millones).
Destaca que la crisis mundial de desplazamiento afecta profundamente a las Américas, donde la población desplazada por la fuerza y asistida o protegida por ACNUR, a finales de 2024, alcanzaba los 21,9 millones de personas. Es decir, el 17,6 por ciento del total mundial.
Agrega que, a nivel mundial, el 60% de las personas forzadas a huir nunca cruzan las fronteras de su propio país.
«En las Américas, la delincuencia y la inseguridad se han convertido en las principales causas del desplazamiento interno, desde la violencia indiscriminada de las pandillas en Haití hasta el impacto del conflicto en las comunidades de Colombia. El desplazamiento interno en Haití se ha triplicado en 2024, pasando de 313.900 a más de 1 millón de personas, mientras Colombia tiene una de las mayores poblaciones de desplazados internos del mundo, aproximadamente 7 millones de personas», destaca.
José Samaniego, director Regional de ACNUR para las Américas, refiere que «las situaciones de desplazamiento forzado en las Américas, provocadas por conflictos y violaciones de los derechos humanos, suponen riesgos significativos para la estabilidad y la prosperidad regionales. A pesar de ello, muchos países de América Latina y el Caribe han mantenido sus fronteras abiertas y han logrado avances significativos en la protección, la estabilización y la integración de las poblaciones desplazadas».
El informe global reveló que, contrariamente a la percepción generalizada en las regiones más ricas, el 67% de las personas refugiadas se queda en los países vecinos, y que los países de renta baja y media acogen al 73% de los refugiados del mundo. La mayoría de las personas refugiadas y migrantes de Venezuela, de hecho, permanecen en países de América Latina y el Caribe, principalmente en Colombia, Perú, Brasil, Chile y Ecuador.
Estudios recientes de instituciones financieras internacionales destacan las contribuciones sociales y económicas positivas de las personas refugiadas y desplazadas en sus países de acogida en América Latina y el Caribe, entre ellas, el impulso del crecimiento del PIB, la creación de empresas formales, la contribución a la recaudación fiscal y el fortalecimiento de los sistemas de seguridad social.
«A lo largo y ancho de nuestra región, las personas refugiadas están abriendo negocios, incorporándose a la fuerza laboral y revitalizando las economías locales. Pero sólo podrán seguir haciéndolo si invertimos en su protección, estabilización e inclusión. Acoger e integrar a esta población no es sólo un imperativo humanitario, sino una importante oportunidad socioeconómica», afirmó Samaniego. Sun