Amador Narcia
EL UNIVERSAL
El presidente Andrés Manuel López Obrador nuevamente en la polémica.
A pregunta expresa, a modo, anunció que se va a hacer «una revisión» del Horario de Verano, cuya aplicación comienza el próximo domingo 3 de abril.
«Sí, lo vamos a analizar a fondo, a fondo, y pronto vamos a tener ya una respuesta para explicarle bien a la gente, porque desde que estábamos nosotros en la oposición hay este malestar en la gente porque no se consultó», dijo el presidente.
Quizás lo hizo para distraer de los escándalos ocurridos en su círculo íntimo de colaboradores o por su maniquea afición a la polémica.
Lo que sí es un hecho es que ha tomado el Horario de Verano como su tema, desde que era jefe de Gobierno, a principios de siglo.
El Horario de Verano se implementó en enero de 1996, a nivel nacional, del primer domingo de abril al último domingo de octubre de cada año.
En febrero de 2001, el entonces presidente Vicente Fox emitió un decreto por el que se establecía que sería del primer domingo de mayo al último domingo de septiembre.
López Obrador, que era jefe de Gobierno del Distrito Federal, se inconformó.
Y mandó a hacer una consulta telefónica, para saber si los habitantes de la capital estaban de acuerdo o no con ese cambio, bajo el argumento de que nadie les había preguntado. Los resultados, si no los recuerda, los debe de imaginar. 75% de quienes participaron, se pronunciaron en el sentido de que no se aplique el horario de verano, y 79% de quienes participaron, se pronunciaron a favor de que se decrete en la Ciudad de México la no aplicación de la medida
López Obrador acusó que el decreto de Fox era un agravio, y emitió uno propio, para que en el Distrito Federal se conservara el huso horario vigente.
Y anunció que presentaría una controversia constitucional.
El 4 de septiembre de 2001, la Suprema Corte de Justicia de la Nación declaró inconstitucionales ambos decretos.
Y desde 2002, se aplica el horario estacional a partir de las dos horas del primer domingo de abril, terminando a las dos horas del último domingo de octubre de cada año.
Es curioso que la discusión no sólo ocurre en México.
En Estados Unidos, la semana pasada el Senado aprobó por unanimidad la Ley bipartidista de Protección de la Luz Solar, que haría permanente el horario de verano. El argumento es que los estudios muestran que extender el horario de verano durante todo el año tendría un impacto positivo en la salud pública, la economía y reduciría el consumo de energía.
Para ser ley, aún se requiere la aprobación de la Cámara de Representantes y la firma del presidente Joe Biden.
En México, los cambios que impulsaría el presidente deberán contar con la mayoría calificada en el Congreso de la Unión. ¿Lo logrará?
Monitor republicano
Por trabajo o de vacaciones he tenido la oportunidad de viajar y conocer los aeropuertos de varias partes del mundo y doy fe de que en ninguno he visto puestos ambulantes en las banquetas de las llegadas y salidas. En efecto, particularmente en las salidas hay tiendas y LOCALES, bien puestos, de alimentos y bebidas, de todo tipo. Así que eso de que por racismo y clasismo se sorprenda uno porque a la salida del edificio del nuevo aeropuerto hay una señora vendiendo «doraditas» o tlayudas, es un intento vano de polarizar y confundir. Bienvenida esa comida en el AIFA, pero instalada con dignidad y que además pague renta, luz, agua, teléfono, conectividad, sueldos de los empleados, con sus debidas prestaciones y, sobre todo, impuestos. Lo mismo debería aplicar para los souvenirs, aunque sean de la imagen del ciudadano presidente. Sun