Lina Pohl*
En el umbral del Día Internacional de la Mujer, es imperativo reflexionar sobre un tema de vital importancia que a menudo se pasa por alto: el impacto desigual del cambio climático en las mujeres. Las estadísticas son claras: las mujeres rurales, las personas que viven en la pobreza y personas de la tercera edad están sufriendo de manera desproporcionada las consecuencias devastadoras del cambio climático, según un informe reciente de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
El informe, titulado «El Clima Injusto», pone de relieve una realidad inquietante: cada año, en los países de ingresos bajos y medianos, las mujeres que son cabezas de familia en zonas rurales enfrentan pérdidas financieras significativamente mayores que los hombres. Hogares liderados por mujeres experimentan una reducción del 8% en sus ingresos debido al estrés térmico y un 3% adicional debido a las inundaciones, en comparación con hogares liderados por hombres.
Estas cifras se traducen en pérdidas per cápita de $83 y $35 respectivamente, lo que suma un total alarmante de $37,000 millones y $16,000 millones en todos los países de ingresos medios y bajos.
Además, el informe revela que, si las temperaturas promedio aumentaran 1°C, estas mujeres enfrentarían una pérdida de ingresos totales un 34% mayor en comparación con los hombres. Esto agudizará aún más las brechas existentes en la productividad agrícola y los salarios entre mujeres y hombres, a menos que se tomen medidas concretas para abordar esta injusticia.
Es fundamental reconocer que las repercusiones del cambio climático difieren no solo por género, sino también por condición socioeconómica. El estrés térmico y las temperaturas extremas aumentan la desigualdad de ingresos entre los hogares rurales pobres, exacerbando su vulnerabilidad y limitando su capacidad de adaptación.
Es evidente que se necesitan intervenciones específicas para empoderar a diferentes poblaciones rurales y abordar sus vulnerabilidades climáticas. Sin embargo, los datos muestran que las poblaciones rurales y sus necesidades apenas son consideradas en los planes climáticos nacionales.
Desde la FAO México, hemos colaborado a petición del gobierno de México para coordinar acciones en favor de las mujeres rurales y abordar los desafíos económicos, sociales y ambientales que las aqueja. En este sentido, promovemos su empoderamiento económico a través de la creación de empleos dignos, el impulso de proyectos emprendedores, garantizando la seguridad en la tenencia de tierras, fomentando su participación en la toma de decisiones y facilitando el acceso a la protección social.
Estas iniciativas les proporcionan oportunidades de negocio, seguridad y voz en sus comunidades, lo que contribuye significativamente a su empoderamiento económico y social.
En la Hoja de ruta mundial para alcanzar el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 2 sin sobrepasar del umbral de los 1,5 °C, de la FAO, se establece que las desigualdades de género, las medidas climáticas y la nutrición son consideraciones simultáneas. Este enfoque integral reconoce la intersección entre estos desafíos y enfatiza la necesidad de que las políticas y acciones abarquen estas dimensiones.
Es imperativo que las medidas adoptadas promuevan la inclusividad de las mujeres, juventudes y Pueblos Indígenas en todos los aspectos relacionados con el cambio climático y la seguridad alimentaria. Sólo a través de un enfoque holístico y colaborativo podemos avanzar hacia un futuro más justo y sostenible para todas y todos. Sin dejar a ninguna atrás. Sun
*Representante de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura FAO México.