Siguen los Accidentes Viales Protagonizados por Motociclistas en la Costa-Soconusco
Ernesto L. Quinteros
El uso de la motocicleta como medio de transporte para actividades laborales, comerciales y personales se ha incrementado de manera exponencial en diversas ciudades del país, y Tapachula no es la excepción.
La motocicleta se ha convertido, para miles de personas, en una herramienta indispensable para trabajar, ahorrar tiempo y reducir gastos; sin embargo, este crecimiento acelerado no ha ido acompañado de una cultura vial responsable ni de una regulación eficaz.
Tapachula, ciudad fronteriza en constante expansión, hoy enfrenta una realidad preocupante: la saturación de motocicletas circulando sin control, sin supervisión y, en muchos casos, sin las mínimas medidas de seguridad.
Basta recorrer las principales avenidas para observar conductores sin casco, con menores de edad como pasajeros, con sobrecupo, sin placas, sin luces y circulando a exceso de velocidad o en sentido contrario.
Tengo muchos amigos que se transportan diariamente en motocicleta, y cuando les pregunto por qué prefieren este medio de transporte, la respuesta suele ser la misma: “llego más rápido”, “me evito el tráfico”, “es más barato”. Argumentos válidos desde la lógica cotidiana, pero peligrosos cuando se normaliza la imprudencia y se minimiza el riesgo que implica conducir un vehículo de alta vulnerabilidad.
Manejar una motocicleta no es un juego ni una solución mágica a los problemas de movilidad. Requiere responsabilidad, capacitación y, por lo menos, el conocimiento básico del reglamento vial. No obstante, la realidad demuestra que una gran parte de los motociclistas circula sin haber recibido formación adecuada y sin respetar normas elementales de tránsito.
Los datos son contundentes. Cuerpos de emergencia y corporaciones de auxilio en Tapachula han informado que al menos el 50 por ciento de los accidentes viales registrados en la ciudad y en la región Costa-Soconusco involucran a motociclistas. Lo más alarmante es que en muchos de estos percances las consecuencias no son solo materiales, sino lesiones graves, amputaciones e incluso pérdidas humanas que pudieron evitarse.
La falta de regulación efectiva ha permitido que menores de edad conduzcan motocicletas, que se vendan unidades sin mayor control y que el casco de seguridad sea visto como un accesorio opcional, cuando en realidad es un elemento vital. A ello se suma la ausencia de operativos constantes y de campañas permanentes de concientización por parte de las autoridades.
Pero este problema no es únicamente responsabilidad del gobierno. La sociedad también tiene una enorme tarea pendiente. Padres de familia que permiten a sus hijos manejar motocicletas sin preparación; empresas que priorizan la rapidez sobre la seguridad de sus repartidores; ciudadanos que aplauden la “habilidad” para zigzaguear entre autos, sin dimensionar el riesgo que esto representa.
La urgencia de implementar acciones de prevención es innegable. Se requiere un reglamento más estricto, operativos permanentes y sanciones reales para quienes incumplan la ley. Pero, sobre todo, se necesita educación vial desde temprana edad y una cultura de respeto entre automovilistas y motociclistas.
La motocicleta no es el enemigo. El enemigo es la imprudencia, la omisión y la indiferencia. Mientras no se asuma este problema como una responsabilidad compartida entre autoridades y sociedad, los accidentes seguirán aumentando y las estadísticas seguirán cobrando vidas.
Tapachula no puede seguir normalizando la tragedia diaria en sus calles. La prevención no es una opción, es una urgencia.
Saturadas las Cajas de Hacienda.
Este lunes 15 de diciembre amanecieron saturadas las cajas de la Secretaría de Hacienda del Estado, ya que este día fue el último del programa denominado “borrón y cuenta nueva” que daba varios beneficios a los contribuyentes, quienes esperan que las autoridades den una nueva prórroga, ya que a la gran mayoría de los trabajadores les pagaron el aguinaldo hasta esta quincena, con lo que aprovechan a solventar este tipo de compromisos.
Sin embargo, hay que reconocer, que desafortunadamente, como sociedad seguimos dejando al último los compromisos, sobre todo cuando se trata de pagar impuestos. En fin.
Por hoy ahí la dejamos, nos leemos mañana.
¡Ánimo!
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