“Está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto, el juicio” (Hebreros 9:27)
La Muerte Siriqui Siaca
Oscar D. Ballinas Lezama
Conforme a las tradiciones mexicanas hoy y mañana se recuerdan a los muertos, sin embargo, la Biblia da sus causas sobre que quienes fallecen ya no pueden regresar a la tierra; además, prohíbe que se hable con los difuntos.
Sin embargo, vivimos en un mundo en donde cada ser humano interpreta a su manera y conveniencia el contenido del libro de libros; será hasta cuando nuestras almas se encuentren en el final del túnel en que podrán ver la luz de esa verdad tan buscada y temida por la humanidad, para saber qué hay más allá de nuestro paso por este planeta.
Para nadie es secreto que desde el momento en que nacemos estamos muriendo poco a poco, dicen los expertos que aún no encuentran respuestas a la interrogante sobre, si vamos a morir, ¿cuál es el sentido de la vida?; Sócrates decía que el hombre que no piensa sino en vivir, no vive.
La vida y la muerte son como la luz y la oscuridad y se han convertido en las dos caras de la misma moneda; la mayoría de la gente teme morir, pocos están preparados mentalmente para aceptar que tarde o temprano morirán, surgiendo el miedo a enfrentarnos con una realidad desconocida, si nuestro destino será el paraíso o el infierno.
Hay gente que piensa que debemos vivir la vida cada día, como si fuera el último tren que abordaremos en nuestro peregrinar por la Tierra, por lo que deberíamos dar gracias a Dios por cada mañana que sigamos vivos, sobre todo, cuando tenemos, además, la fortuna de estar sanos, tener nuestros alimentos diarios, por contar con una familia y un trabajo.
Los seres humanos, en su mayoría, tienen la fe de que su espíritu será inmortal si encuentra la clave para ello, eso está llevando a muchos a la búsqueda de la inmortalidad del alma; la mayoría de las religiones creen tener la llave de ese secreto, el cual no dudan está en el conocimiento de la palabra de Dios, quien aseguran habló su palabra en labios de su hijo Jesucristo: “Yo soy el camino, y la verdad y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí”.
En el siglo de las pestes, en el año del coronavirus, millones de personas han muerto por la pandemia del Covid-19 sin que en el penúltimo mes de la era de las desgracias, la gente pueda liberarse de un enemigo apocalíptico que en México ha causado, hasta ahora, más de 91 mil difuntos que se fueron sin despedirse, sin misas o servicios cristianos en los que sus familiares y amigos rezaran u oraran por ellos.
Para quienes siguen las tradiciones de visitarlos en los panteones, los días 1 y 2 de Noviembre, tuvieron que adelantar la víspera para llevarles flores, una veladora y todo aquello que por costumbre mucha gente lleva para sus muertos; la peste destructora obligó a las autoridades a cerrar las puertas del camposanto, tratando de evitar las aglomeraciones para contener el mortal virus.
De poco o nada sirvió, la gente solo cambió la fecha y en la víspera adelantaron la visita a sus difuntos; ojalá que, por ese descuido y necedad de miles de personas, Chiapas no vaya a regresar al semáforo rojo, echando por tierra todos los esfuerzos del Gobierno del Estado por mantener a la baja los contagios. La mayoría de la gente no quiere entender y sigue coqueando a la muerte.
Los jóvenes atiborran por las noches los antros, nadie respeta las medidas sanitarias impuestas por los gobernantes a través de las Secretarías de Salud; el rebrote puede llegar en cualquier momento y los hogares se volverán a llenar de luto, en una sociedad que ha bajado la guardia ante el enemigo invisible y mortal del Coronavirus. Dios nos agarre confesados y arrepentidos.
La comunidad europea conformada por países del primer mundo, hicieron lo mismo que hoy están haciendo los mexicanos al descuidarse frente al mortal enemigo, hoy están llevando en el pecado la penitencia al verse obligados a regresar al confinamiento y tomar medidas extremas como los toques de queda. Guardemos la sana distancia, usemos cubrebocas, evitemos estar en las aglomeraciones de personas, lavémonos las manos constantemente.
En un día como hoy, en el año de la misericordia de Dios, bajó del cielo mi primer angelito; mi hija Joselyn Guadalupe; un abrazo amoroso para ti chinita linda. Dios te bendiga.