* Con Permiso Provisional.
Cancún, QR., 2 de abril.- Antes de que Rogelio Jiménez Pons fuese relevado del cargo como director general del Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur), su equipo alcanzó a solicitar a la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) un permiso provisional para iniciar las obras del Tramo 5 del Tren Maya, de Cancún a Tulum.
El permiso provisional permite el inicio de obras sin contar con la autorización de impacto ambiental y el cambio de uso de suelo en terrenos forestales que mandata la Ley General del Equilibrio Ecológico y Protección al Ambiente (LGEEPA); sin embargo, se refiere a un trazo distinto, previo al modificado en este año.
El documento, consultado por EL UNIVERSAL, tiene vigencia de un año, fue solicitado desde el 30 de noviembre del 2021 por Fonatur; se expidió el siete de diciembre por la Semarnat, y se notificó al día siguiente mediante oficio SGPA/ DGIRA/ DG-05891-21.
Está dirigido a Juan Javier Carrillo Sosa, entonces representante legal del Fonatur-Tren Maya y fue firmado por el titular de la Dirección General de Impacto y Riesgo Ambiental (DGIRA), Juan Manuel Torres Burgos.
El proyecto para el cual se solicitó ese permiso abarca la construcción y operación de infraestructura ferroviaria y obras complementarias a partir del Aeropuerto Internacional de Cancún y hasta Tulum, a lo largo de 113.11 kilómetros, contemplando 28 estructuras para pasos vehiculares y seis estaciones en Puerto Morelos, Playa del Carmen, Xcaret, Puerto Aventuras, Akumal y Tulum.
Las actividades enlistadas para el Tramo 5 van desde la elaboración de estudios previos de factibilidad, como de mecánica de suelos, topografía e hidrológicos, pasando por trabajos de preparación del sitio como aplicación de programas de rescate y reubicación de flora y fauna; desmonte de áreas con vegetación, despalme, relleno, nivelación y compactación y las obras de construcción.
El Fonatur reconoció entre los impactos la «afectación de estructuras kársticas (cenotes, rejolladas, pozos, cuevas, grutas y cavernas) por la realización de obras de construcción, así como su contaminación», aunque solo por residuos sólidos y líquidos, debido a su probable mal manejo y disposición, por lo que propone acciones de protección a cenotes, delimitación, desviaciones y hasta concientizar al personal.
También admitió que se resentirá «la disminución de cobertura vegetal por actividades de cambio de uso del suelo y la disminución de abundancia y diversidad de especies», que serán compensadas con un Programa de Conservación de Suelos y Reforestación”, además de un rescate y reubicación de especies de flora silvestre, que no se ha visto en los trabajos de tala de selva ya iniciados.
Se reconoce además «la disminución de hábitats y modificación de patrones de movilidad de individuos de fauna, derivado de las actividades de desmonte de vegetación», y el desplazamiento de los mismos por los trabajos de preparación del sitio y la propia construcción, aunado al incremento de los «índices de atropellamiento» de la fauna, en distintas etapas del proyecto, lo que incluye afectaciones a corredores biológicos.
Para amortiguar esos impactos se propuso la construcción de 40 pasos de fauna que «impulsen la conectividad» de mamíferos, reptiles, anfibios y aves; la ejecución del programa de un grupo de atención a ejemplares de especies endémicas, rescatados en la zona de influencia del Tren Maya, en coordinación con «el convenio fundación de Jaguares» y hasta la colocación de carteles dirigidos al personal de las obras, para no dañar a la fauna silvestre, entre otra decena de medidas. Sun