“De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”. (Juan 3:16)
¿Semana Santa?
Oscar D. Ballinas Lezama
La celebración de Semana Santa, debería ser para recordar el sacrificio del hijo de Dios, quien fue entregado como cordero para lavar los pecados de la humanidad, sin embargo, la gran mayoría se ha confundido y mal interpretado este ritual tan importante en la vida de los creyentes, cambiándolo en una fiesta pagana, dijo Fernando Figueroa, miembro de la iglesia ‘Cristo te ama y nosotros también’.
Añadió que la muerte de nuestro Señor Jesús se ha convertido en días de descanso y diversión, olvidándose que esta semana debería ser utilizada para orar y reflexionar sobre el viacrucis que tuvo el hijo de Dios, los misterios de la pasión y su muerte para entender ese sacrificio para lavar con su sangre nuestras faltas, añadió en exclusiva para EL ORBE, el estudioso de la Biblia.
“En aquel tiempo, tal vez hace unos dos mil años después de Cristo, cuenta la historia escrita en el libro de libros, que en un miércoles como hoy, Judas Iscariote, uno de los discípulos de Jesús, decidió traicionarlo por 30 monedas de plata y para ello, se reunió con el Sanedrín (consejo de sacerdotes, escribas y ancianos que presidía Caifás, en aquel tiempo de lunas y estrellas); ahí tramaron su arresto y asesinato”, explicó el evangelista de la denominación pentecostés en Tapachula.
En su narrativa, contó que conforme a la historia bíblica, cuando Judas se reunió con los sacerdotes, les dijo: ¿Qué estáis dispuestos a darme si os entregó a Jesús? Y el acuerdo fueron las 30 monedas. El jueves fue la última cena de Cristo en la tierra con sus apóstoles, les lavó los pies para darles un ejemplo de servidumbre y les dijo: ”Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar”; luego, uno a uno preguntaron, ¿seré acaso yo, Señor? Y cuando le tocó el turno a Judas, el maestro respondió, ‘tú lo has dicho’”, apuntó el entrevistado.
“Fue el viernes por la madrugada cuando oraba en el huerto de los olivos, que llegaron a aprehenderle y más tarde terminaron asesinándolo en la cruz; al otro día, considerado en estos tiempos sábado de Gloria, debería ser de luto y tristeza y el domingo de su resurrección, la gente debería celebrar que venció a la muerte y nos dio vida”, afirmó quien menciona ser integrante del pueblo de Dios en este planeta.
Por otro lado, el pastor Gilberto López Ariana, de la iglesia evangélica ‘En el Amor de Dios’, afirmó que la Semana Mayor se ha convertido en una fiesta pagana donde solo se satisfacen los deseos carnales en vez de lo espiritual, sin que exista reflexión sobre el precio que pagó Jesucristo con su sacrificio para traer paz, amor y salvación al mundo, ”hoy solo es pretexto para dar rienda suelta a los instintos pasionales y diversión”, abundó.
Agregó: ”se hace lo contrario de lo que Cristo desea, que analicemos nuestros caminos y hagamos el bien; solo que para esto, hay que dejar de ser egoístas y dejar de pensar en nosotros mismos, para ser útil a nuestros semejantes; debemos ser la voz que clama en el desierto en esta sociedad”.
Para nadie es secreto que esta semana mayor sirve a muchos para su desenfreno en alcohol, bailes y prostitución; las playas han dejado de ser lugares de sana diversión porque imperan las prácticas de diversos vicios, los que más ganan dinero con estas ‘fiestas’ son las empresas cerveceras.
Los accidentes carreteros se intensifican a causa del consumo de alcohol y drogas; aumentan los crímenes a causa de pleitos y venganzas, asaltos, secuestros, corrupción, odio, venganzas; atrás queda el recuerdo del sacrificio de Cristo, así está la humanidad, desgraciadamente parece que a muy pocos les importa ese suceso tan importante, quizás la salvación del espíritu después de nuestra muerte terrenal.
Aunque bíblicamente escrito está, que al llegar los últimos días vendrían tiempos difíciles, “porque los hombres serían amadores de sí mismos, avaros, jactanciosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, irreverentes, sin amor, implacables, calumniadores, desenfrenados, salvajes, aborrecedores de lo bueno”. (2ª. Timoteo 3:2)