Transición Sosegada
Darinel Zacarías
Como si para crecer sobraran las escaleras, como si escribiera un ciego un libro abierto (…) Como un dolor de muelas, aliviado.
Joaquín Sabina
Comenzaron los cambios de estafeta en las aldeas de Chiapas. La encomienda señalada a través del Órgano de Fiscalización del Congreso del Estado (OFSCE) es clara en sus lineamientos e instrumentos.
Los expertos en el tema le llaman proceso político-administrativo. En varios municipios han empezado a dar certeza y valor a este procedimiento.
En Cacahoatán, Carlos Enrique Álvarez Morales, encabezó a través de un primer acercamiento, una amena charla con el edil electo Julio César Calderón Sen. La idea central fue: voluntad y disposición.
Carlos Enrique Álvarez Morales fue considerado por el mismo OFSCE, como un funcionario ejemplar, comprometido, responsable, institucional, pero sobre todo un servidor público que siempre se preocupó por su gente.
Él, recibió una administración golpeada y con estragos financieros. Cortes de energía eléctrica que la misma paraestatal (CFE) de inmediato notificó con edicto de morosidad.
El agasajo heredado ascendía a los más de 12 millones de Pesos. A eso, se le sumaron una serie de oficinas desmanteladas, cortes de servicios de telefonía e internet, laudos millonarios, parque vehicular inservible y diversos problemas más.
Lo dije y lo afirmo. Carlos Enrique es un hombre de una sola pieza, es un político de cepa, conocedor y de vasta experiencia. Maniobró y estableció diversas habilidades para hacer valer la verdadera austeridad.
Enumeró y priorizó ejes de desarrollo. Rayó y arrastró bien el lápiz para dibujar un esquema de trabajo que permitiera sanear las finanzas.
Empoderó el tema de salud. Catapultó un Cacahoatán limpio y saludable, al implementar las brigadas ecológicas, rediseñó un bosquejo para activar un plan emergente de servicios públicos.
Entabló y sensibilizó su relación con el magisterio y el rubro de educación. En cultura estableció el proyecto de convivencia familiar.
Al deporte le asignó un espacio especial en su agenda de trabajo y los resultados están al escrutinio público.
La infraestructura y obra pública está a la vista de los ciudadanos, lo que se diga o se deje de decir es polvo de otros lodos.
La seguridad, más allá de detractores y una era de mengua o infamia, obedeció estrictamente a una orquesta de quienes se sentían lapidados en sus intereses políticos.
Hoy, entrega una administración sin ninguna preocupación mutualista o financiera. Avanzó en su encomienda a pasos agigantados. No es quemarle incienso a raudales, es estrictamente reconocer el trabajo de él y de quienes conformaron su war room.
El edil electo Julio César Calderón Sen, recibe una administración “desinfectada”, ganó el PRI, ganó su proyecto, esperamos haya ganado Cacahoatán y que siga con un trabajo ejemplar, que abone al desarrollo de la hermosa Villa de las Hortensias.
No se trata de superar a Carlos Enrique. Más allá de egos, de filias o de fobias, obedece más a mostrar sensibilidad humana, trabajo colaborativo, pero sobre todo que existan más y mejores acciones que beneficien a los habitantes de Cacahoatán.
No se trata de atar navajas. Ni aventar a nadie ya, al redondel. La justa electoral terminó. Que venga ya, trabajo, voluntad, humanismo y desarrollo.
¿Quién dijo que tengo sed?