Crisis Humanitaria
Ernesto L. Quinteros
Con esta crisis humanitaria que se vive en algunos países de Centro y Sudamérica, generando la migración y éxodo de miles de familias, es como si el destino o la vida misma nos estuviera jugando una mala pasada.
Es como que si en territorio nacional, Dios o el mundo entero nos estuviera poniendo a prueba, para conocer en realidad de qué estamos hechos para enfrentar tan gigante problema.
Los medios nacionales e internacionales difundieron la caravana de cientos de familias procedentes de Honduras, país en donde la violencia, asesinatos y la difícil situación económica les hicieron tomar la dura decisión de abandonar su tierra e ir en busca del sueño americano.
Para ello deben recorrer miles de kilómetros, cruzar diferentes países y, como último destino para llegar a EU, llegar a la frontera norte de México.
Pero Donald Trump, ha dicho claro que no dejarán entrar más migrantes a su territorio.
A pesar de ello seguramente vendrán y pasarán miles de familias más por esta zona de la frontera sur de nuestro país. Estamos ante un escenario difícil porque veremos sufrir a cientos de familias que no tienen prácticamente nada, ni para comer.
Si hay algo difícil de ver en esta vida, es la miseria humana, ver a niños, mujeres y ancianos comiendo lo que pueden, sin bañarse, durmiendo y viviendo noches y días en condiciones extremadamente precarias.
Por eso digo, parece que la vida y el destino nos estuvieran jugando una mala pasada. Porque lo que nosotros reclamamos airadamente al Gobierno de los Estados Unidos con nuestros connacionales que van a trabajar allá, exigiendo que se respeten sus derechos humanos, del mismo tamaño será el reclamo de los países de Centro y Sudamérica para el Gobierno de México. Más aún de los organismos internacionales defensores de los derechos humanos, que también ven con preocupación la intensidad y el incremento del fenómeno migratorio en este continente.
En repetidas ocasiones hemos escuchado en los medios de comunicación al Presidente estadounidense hacer comentarios, incluso, racistas, y etiquetando como delincuentes a los migrantes, en particular mexicanos, obviamente le brincamos exigiendo respeto, porque no se puede estigmatizar a una población por la mala conducta de unos cuantos.
El fenómeno migratorio es complejo y difícil, es sin duda uno de los mayores problemas que enfrentan los Gobiernos de las naciones latinoamericanas.
Honestamente no se ven soluciones a corto plazo para esta crisis humanitaria, así que el éxodo seguramente continuará.
Por eso la preocupación de las autoridades mexicanas y de la población de esta región de la frontera sur, porque existe la posibilidad de que en esta multitud de migrantes que ingresa a territorio nacional, vengan algunos miembros de las bandas delictivas conocidas como “Maras 13 y 18”.
Tampoco se puede estigmatizar a toda esta población como delincuentes. Estaríamos cayendo en el error Trump.
Ante este escenario, urge que los Gobiernos de América Latina tomen acciones y por lo menos desalienten esta fiebre de la búsqueda del sueño americano, en donde México ya dejó de ser un país de paso para evolucionar en uno de destino de miles de familias centroamericanas que vienen buscando trabajo y mejores oportunidades de vida.
Pero también hay que decirlo. Muchas de estas personas son presas fáciles para los grupos delictivos que operan en diferentes regiones y Estados de la República Mexicana.
Por eso hay que ser prudentes con este tema tan complejo, no vaya a ser la de malas y nos contagiemos del síndrome Trump, de querer levantar muros y realizar acciones represivas para separar familias y difundir una política de racismo y miedo en México.
Por hoy ahí la dejamos, nos leemos mañana. ¡Ánimo!
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