Max Aub
En Estados Unidos hay más armas de fuego que habitantes. De acuerdo con datos del año 2021 de la Oficina del Censo, en el país habitan 332 millones de personas. La Agencia de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF, por sus siglas en ingles) y la Universidad de Ginebra, Suiza, apoyada con el Small Arms Survey (Encuesta de Armas) calculan, en contraste, que existen alrededor de 390 millones de armas de fuego de todos los tipos en la nación.
«Si esta relación estadística ya es en sí misma escalofriante, pensemos en que sólo 41% de la población estadounidense posee el grueso total de las armas», señala el especialista en seguridad estadounidense y abogado internacionalista Jaime Ortiz Aub, quien radica en El Paso, Texas; «Otro asunto es que hay millones de personas a quienes no les gustan las armas, pero viven con alguien que sí las posee. Y si nos vamos a microdatos, 3% de la población posee el mayor número de armas, entre 8 y 140 por persona».
La ATF confirmó que entre 2001 y 2021 Estados Unidos fabricó 139 millones de armas de fuego. A esta cifra hay que sumar otros 71 millones que importó y todas las que están aún en uso desde mediados del siglo 20.
«Sin duda el año más crucial para Estados Unidos ha sido 2020, cuando en plena pandemia y sin aparente necesidad se fabricaron más de 11 millones de armas de fuego», subraya Ortiz Aub. «Ese año -2020- que estuvimos confinados, encerrados, el número de asesinados y suicidios por armas de fuego se disparó, valga la expresión, a una cifra no vista desde 1968».
La Sorpresa: Mujeres Latinas También Compran.
Hombres con ideas muy conservadoras, incluyendo la creencia de la superioridad blanca y el desprecio hacia los no blancos, constituyen la mayoría de compradores de armas, de acuerdo con diversas encuestas e investigaciones, muchas de ellas realizadas por universidades de distintas regiones de la Unión Americana. A este perfil de compradores se suman, de manera destacada, los veteranos de guerra y algunas minorías temerosas.
«Sin duda, la falta de aceptación social entre la mayoría de quienes consideran que esta nación existe gracias a ellos, y el resto de los habitantes, especialmente los no blancos que defienden sus derechos, mantiene desde hace siglos una tensión permanente entre ambos bandos y que sigue provocando tragedias», dice Jaime Ortiz.
Entre las minorías, las estadísticas más recientes de la ATF arrojan que, de los aproximadamente 17 millones de armas vendidas en 2021, una quinta parte las adquirieron mujeres de origen latino y otra quinta parte, mujeres afrodescendientes.
52%, a Favor de Leyes más Estrictas.
Una encuesta de Gallup realizada a finales de 2021 reveló que 61% de estadounidenses están satisfechos con las leyes actuales sobre el control de armas y 36% están insatisfechos. Cuestionados sobre si estarían de acuerdo con que las leyes fueran más estrictas, 52% respondieron que lo aceptarían y 46% dijeron que no. Un arma de fuego corta, de mano, puede costar, dependiendo dónde se compre, calibre, marca y tiempo de uso -en el caso de las de reuso-, entre 250 y 750 Dólares en promedio. En armas largas, los precios pueden oscilar entre 500 y mil 500 Dólares, dependiendo del tipo de arma, estado, marca y aditamentos.
Al Costo de un Celular.
El precio de una pistola -o arma corta- es equivalente «al de un celular», señala Iván González, economista mexicano con residencia en Los Ángeles, California. «Y si compramos ese mismo celular o una tablet y queremos varios aditamentos, veremos que el precio se va a asemejar al costo de las armas largas».
La posibilidad de adquirir las partes de las armas por separado y luego armarlas ha abaratado precios. Las armas 3D, o tercera dimensión, ligeras, de lata resistencia, sin número de registro, que se pueden elaborar en impresoras 3D, agravan el problema. Son las llamadas «armas fantasma», que no se pueden rastrear y a las que tienen acceso los jóvenes. «También hay ferias de venta de armas usadas y nuevas, donde no hay registro sobre cada transacción realizada en la compraventa», señala Ortiz Aub.
La Asociación Nacional del Rifle (NRA, por sus siglas en inglés), el mayor lobby proarmas, es el mayor obstáculo, si no es que el único, para que el Congreso de Estados Unidos pueda llevar a cabo una reforma a la Segunda Enmienda constitucional, la cual da derecho a todo ciudadano a poseer y portar armas. Menos, con la presión, y el dinero que emana de la NRA para los políticos. Y algunos estados han adoptado leyes todavía más flexibles sobre el uso de armamento. Sun
