sábado, abril 20, 2024
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Policía Federal no Pudo Frenar a Migrantes Caravana de Hondureños Llega a Tapachula

* Pernoctaron en el Parque Central “Miguel Hidalgo”.
* Comercios del Centro Cerraron sus Puertas Ante el Temor de Hechos Vandálicos.

* MILES DE HONDUREÑOS QUE CONFORMAN LA CARAVANA MIGRANTE SE RESGUARDARON EN LA PLAZA CENTRAL DE TAPACHULA, PARA PASAR LA NOCHE Y EMPRENDER SU CAMINO ESTE LUNES HACIA HUIXTLA, CON EL OBJETIVO DE SEGUIR AVANZANDO HACIA LA FRONTERA CON ESTADOS UNIDOS.

La mañana de ayer domingo, miles de migrantes continuaron su caminar hacia el anhelado sueño americano, abandonaron el municipio de Suchiate rumbo a Tapachula.
No existe un número oficial de la cantidad de migrantes que conforman su peregrinar, pero se calcula que hoy transitaron cerca de cinco mil.
Sin embargo, se precisa que más de mil quinientos se quedaron a cumplir con la normativa migratoria y acudieron a las mesas de trámite para atender el llamado y continuar su estancia en México de manera legal.
Se estima que salieron desde las primeras horas de este domingo, se reorganizaron en el parque central de Suchiate y de allí, cerca de cinco o seis horas después de tanto caminar, el éxodo llegó al parque central de Tapachula.
Otros más con suerte, recibieron la ayuda de mexicanos que los trasladaron y acercaron a puntos clave, a través de camionetas particulares.
Se vio a lo largo y ancho de su peregrinar decenas de familias, Organizaciones No Gubernamentales, iglesias y demás personas, salir a las principales vías de recorrido de la caravana, para regalar comida, ropa, agua y demás víveres.
La cifra de migrantes se ha ido acrecentando, pese a la información de que muchos han decidido desistir y optan por aceptar la propuesta de las autoridades centroamericanas de ser repatriados.
Por ahora, la caravana llegó a Tapachula, muchos se instalaron en el Parque Central otros más buscaron los albergues implementados por el Gobierno de Chiapas, y será este lunes cuando emprendan su caminar hacia el municipio de Huixtla.
Desde su arribo a Tapachula, los negocios cerraron, prevaleció el hermetismo y la sicosis por posibles saqueos, sin embargo, los reportes de las autoridades de seguridad arrojaron saldo blanco.
En diversos puntos, autoridades médicas y de auxilio establecieron módulos de atención y ayuda, donde se atendieron migrantes con síntomas de deshidratación, golpes y lesiones por su caminar y otras sintomatologías.
Por lo pronto, a la caravana humana ni las inclemencias del tiempo, ni el nacionalismo orgulloso y o la xenofobia de muchos, los detiene. EL ORBE/Darinel Zacarías/ Fotografías: Elías Villacinda

Rechazaron la ayuda del Gobierno

Tapachula, Chiapas; 21 de Octubre.- El Gobierno Federal mexicano no pudo frenar a los migrantes que desde el pasado 13 de Octubre salieron de Honduras en una caravana, con el deseo de abandonar su país por la extrema pobreza, la inseguridad, la falta de oportunidades, pero, sobre todo, porque los políticos no pudieron cumplir con sus promesas.
Su paso por Guatemala fue violento, luego de que esa nación trató de impedir que cruzaran su frontera cerrando los accesos que sucumbieron con la fuerza de miles de hombres, mujeres, jóvenes, niños y hasta ancianos, con la mentalidad de llegar a México para comenzar una nueva vida o tratar, incluso, cruzar a los Estados Unidos.
Atravesaron ese país hasta que este viernes arribaron a la frontera con México, donde también la guardia civil de Guatemala cerró las salidas, acordonó la franja fronteriza, protegió el puente internacional y los edificios gubernamentales, colocó barricadas con vehículos de la policía y quiso hacer frente a una multitud que estaba decidida a todo.
Como era de esperarse, se repitió la historia con el derrumbe de las pesadas rejas. La marcha pasó, incluso, por encima de los vehículos que encontraron a su paso y en unos cuantos minutos llenó el Puente Internacional Rodolfo Robles, puerta de entrada del país.
Ahí, cientos de elementos de la Policía Federal, protegidos solamente con cascos y escudos antimotines, esperaban cautelosos el momento de frenar ese contingente y salvaguardar la ley, el orden y la soberanía nacional.
Vino el ofrecimiento del Gobierno mexicano para aquellos que quisieran revelar su identidad, entregarse y empezar un proceso administrativo de unos 45 días, para solicitar el refugio o el asilo en el país.
Así, unos 700 de ellos aceptaron y fueron trasladados a la Estación Migratoria ‘Siglo XXI’, en Tapachula; otros 2 mil decidieron retornar a Guatemala para que los deportaran, y un tercer grupo se quedó en el puente.
Poco más tarde, varios de ellos escalaron el portón del municipio de Suchiate y abrieron el paso. Entonces vino el enfrentamiento a golpes y pedradas entre policías y civiles, hasta que fueron lanzados los gases lacrimógenos a una multitud que, aunque quisiera, no tenía para dónde correr.
Hubo escenas dantescas de los heridos escurriendo sangre, pero también de niños y recién nacidos gritando de dolor por los gases en sus ojos y en las gargantas.
Después vino una tensa calma. Las autoridades mexicanas se mantenían en su misma postura de aceptar únicamente a aquellos que cumplieran con lo que establece la ley.
Parecía que el Gobierno ya había tomado el control de la situación. Sin embargo, desde la mañana del sábado, los que estaban en el puente idearon unos arneses con lazos y otros materiales para que fueran bajando al río, donde eran esperados por balseros que operan en lado mexicano.
Así lo hicieron todo el día y la madrugada del domingo, sin temor que a casi a cada metro de la orilla había efectivos vigilando; esperando -quizá- una orden que nunca llegó.
Mientras, otros varios miles de guatemaltecos que arribaron a la ribera del río, proveniente de muchas regiones de su país, también cruzaron en balsas a lado mexicano e, incluso, algunos lo hicieron nadando y estuvieron a punto de ahogarse, pero se salvaron gracias a la ayuda de sus propios connacionales.
Por todo ello, centenares de policías habían sido concentrados en la entrada de Ciudad Hidalgo, en el municipio de Suchiate, para formar una valla de contención.
Los migrantes pernoctaron en el parque central y, los que pudieron, en un albergue habilitado en el mismo centro de la ciudad. Algunos recibieron alimentos, atención médica y agua.
Otros no corrieron con tanta suerte, luego de que servidores públicos, de los tres niveles de Gobierno estaban más preocupados por tomarse videos y fotografías para justificar que atendían a los migrantes, que en realidad hacerlo.
Repentinamente, a las 05:00 horas del domingo, el contingente empezó a formarse en la calle principal para que, media hora después, partiera a su próximo destino: Tapachula, la capital económica de Chiapas.
Atrás quedó un pueblo en completo silencio, con los comercios cerrados y con las familias encerradas en sus casas, por temor a un segundo enfrentamiento.
Un uniformado, se paró a media carretera y con un altavoz les dijo a los migrantes que regresaran porque habían ingresado ilegalmente al país, estaban violando infinidad de leyes y que iba a ser utilizada la fuerza pública.
Nadie le hizo caso. Pasaron junto a él, ondeando sus banderas, cantando su himno y, con palabras altisonantes, recordando a los funcionarios de su Gobierno.
El primer retén no sirvió para nada. Los helicópteros sobrevolaban la zona fronteriza y se temía que en cualquier momento se ordenarían acciones más radicales.
“De Usted No Queremos ni Agua”
Al paso de la caravana, en donde en realidad viaja de todo, los migrantes se encontraron con el pueblo mexicano. Sí, ese, que entre su miseria y su marginación deja de comer para darle al prójimo, para motivarlo a seguir adelante y para extenderle una mano amiga.
De esa manera, les regalaron agua, comida, ropa, calzado y hasta prestaron sus triciclos, motocicletas y sus carros, para socorrer a los más cansados, sobre todo a mujeres, ancianos y recién nacidos.
Había, entonces, sentimientos encontrados. El espíritu mexicano de ayudar al desprotegido, al damnificado, al más pobre, pero también la duda de que muchos extranjeros que han llegado a Chiapas de esa nación centroamericana, como los maras, ha sido para delinquir y asesinar.
En la entrada a Tapachula, al frente de la barricada salió un jefe al mando que se paró delante de la marcha y les ofreció decenas de camiones de pasajeros para trasladarlos a la Feria Mesoamericana, para aprovecharla como un albergue temporal.
La respuesta fue clara y concisa: “De usted no queremos ni agua”, y nuevamente entonaron su himno y entraron triunfantes al corazón del Soconusco.
Mientras que el contingente, con su alrededor de ocho mil participantes, abarcaba el ancho y largo de la prolongación de la Central Oriente, en la Mesoamericana ubicada al sur de la ciudad, ya había funcionarios esperando a los migrantes que quisieran refugio en esas instalaciones.
En el otro extremo de Tapachula, en la Estación Migratoria, los casi 700 que habían accedido a cumplir con el protocolo administrativo, empezaron a manifestarse para exigir la presencia de los organismos de Derechos Humanos a quienes, poco después, les narraron las condiciones en las que estaban ahí adentro.
Por eso, ya en la tarde, gran parte de ellos fueron trasladados a las instalaciones de la Feria.
De esa manera, luego de siete largas horas de caminar unos 38 kilómetros bajo los inclementes rayos del sol, la caravana llegó al zócalo y después al Parque Central, donde cayeron desfallecidos del cansancio.
Como si los dos días que pasaron atrapados en el Puente Internacional, sin agua, sin comida, sin baños, sin nada, no hubieran sido suficientes, en la tarde de este domingo se registró una torrencial lluvia en Tapachula que obligó a los migrantes a refugiarse hasta debajo de los arbustos, porque los edificios públicos estaban cerrados.
Se prevé que gran parte de la columna extranjera siga su paso desde la mañana de este lunes hacia Huixtla, a unos 45 kilómetros de Tapachula. De seguir de manera ininterrumpida, podrían estar llegando a la frontera norte a principio del próximo año, cuando ya sean otras las autoridades federales. EL ORBE/Ildefonso Ochoa Argüello/FOTOS: Raymundo Grajales.

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