*Operan sin Control en la Vía Pública.
Tapachula, Chiapas; 15 de Marzo del 2021.- Los minicasinos o máquinas tragamonedas operan de manera impune sin los permisos de la Secretaría de Gobernación (SEGOB), sumándose la falta de operativos de parte de las autoridades, donde la mayoría de los que apuestan son menores de edad y jóvenes.
Esas máquinas de juegos de azar están instaladas principalmente en la vía pública, además de los mercados ‘Sebastián Escobar’ y ‘San Juan’, sin que nadie les ponga orden y control.
Es en Tapachula donde las autoridades federales han dejado que operen sin problema alguno, siendo los niños los más afectados al aprender un vicio, además de los incautos que llegan a entregar su dinero.
Al respecto, Aníbal Núñez Mejía, secretario de la asociación de empresarios Procentro, aseguró en entrevista para EL ORBE que, para poder tener esos minicasinos las personas deben contar con un permiso, pero que la mayoría carece de esos documentos.
Añadió que estos juegos fomentan la adicción en los menores, lo cual puede ser más perjudicial para la mente de los menores y adultos que pierden sus recursos.
“Hay dependencias federales que se deben encargar de esa situación, muchas de las autoridades están tan rebasadas que han dejado de hacer las cosas porque están buscando delitos de alto impacto”, dijo.
Además, las dependencias encargadas deben averiguar no solo si cuentan con los permisos correspondientes, sino también por qué las autoridades dejaron de hacer su trabajo en ese tema, y quiénes están detrás de las millonarios ganancias que dejan las maquinitas.
Destacó que algunos que se dedican a enviciar a niños, jóvenes y adultos, rentan un pequeño local, sin pagar impuestos porque no pueden darse de alta con una licencia de ese tipo, por lo que solo es un beneficio para una persona.
“Solamente pagan luz, agua, renta y en ocasiones nada de esos servicios”, señaló al reconocer que en el municipio vive una situación difícil, porque no solo en los mercados se pueden ver este tipo de juegos, sino también se han extendido a las colonias populares, y ahora ya son miles.
Se desconoce cuánto pagan los propietarios de esos juegos a los administradores de los mercaos para invadir pasillos, estacionamientos y locales, sin problema alguno, y si ese recurso entra a las arcas del erario. EL ORBE / Nelson Bautista