Ciudad de México, 16 de septiembre.-Ante un Zócalo vacío, frío, inédito, sin los 130 mil asistentes que hace un año colmaron la principal plaza del país y donde ahora no hay gargantas que repliquen los vivas que se lanzaron desde el balcón central de Palacio Nacional, el presidente Andrés Manuel López Obrador encabezó su segundo Grito de Independencia.
Momentos antes de las 23:00 horas apareció el Presidente. Lo acompañaba su esposa, Beatriz Gutiérrez Müller, y a unos metros de ellos un elemento de la Policía Militar realizó con su corneta el toque de silencio en memoria de los fallecidos por el Covid-19.
Luego, el Jefe del Estado mexicano caminó por el Salón de Recepciones, donde cadetes del Heroico Colegio Militar le entregaron el Lábaro tricolor, con el que salió al balcón y encontró una plaza vacía.
A las 23:01 horas un silencio dominaba el Zócalo. Con la mano izquierda el Mandatario cargó la Bandera tricolor y con la otra sostenía el cordón para tocar la Campana de Dolores.
Después de arengar un «viva» por el amor al prójimo, en un pebetero se encendió «La llama de la esperanza».
La Banda de Música y el Coro del Ejército Mexicano interpretaron el Himno Nacional Mexicano y, tras esto, iniciaron los juegos pirotécnicos desde el atrio de la Catedral, pero no fue suficiente. Algo faltó: la alegría y la felicidad no aparecieron en la Plaza de la Constitución. sun