martes, marzo 4, 2025
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México-EU: Nuevas Relaciones
son las Mismas de Dependencia

Por Carlos Ramírez

Mientras el nuevo secretario de Estado dio la bienvenida al gabinete mexicano de seguridad con el argumento de que empezaba una nueva era en las relaciones bilaterales, el secretario de Comercio y el propio presidente Donald Trump dejaron muy claro que no hay nada nuevo en las relaciones bilaterales que seguirán siendo asimétricas y dependientes de los intereses nacionales e internacionales de la Casa Blanca.
Las relaciones entre las dos naciones vecinas con una frontera de más de 3,200 km de largo han dependido de los intereses y enfoques de seguridad nacional de Washington, lo quieren entender en México o lo disfracen con argumentos del nacionalismo defensivo. Pero de manera determinante, las relaciones bilaterales están fijadas por la dependencia económica y productiva de México respecto de Estados Unidos.
El presidente Carlos Salinas de Gortari entregó la soberanía mexicana a la subordinación a los intereses estadounidenses, como en esta columna se ha insistido de manera recurrente en el contenido del Memorándum Negroponte de 1991: el tratado comercial ató los intereses estadounidenses como piedra al cuello de la soberanía mexicana.
El presidente López Obrador enarboló la bandera del fin del proyecto económico neoliberal salinista, pero en los hechos refrendó los mecanismos de dependencia mexicana respecto a los intereses nacionales y geopolíticos de EU a través del cumplimiento del Tratado. Y sin darle más vueltas al asunto, el T-MEC es la esencia de la estructura dependiente de México y de definición de un proyecto neoliberal de desarrollo.
Las concesiones del Gobierno de la presidenta Sheinbaum a Estados Unidos en materia de seguridad solamente han aclarado las dimensiones de la dependencia heredada desde el modelo priista-panista de mercado hasta la incapacidad de la 4T para redefinir el modelo de desarrollo y dejar de depender de los vaivenes presidenciales en la Casa Blanca.
Más que una nueva era en las relaciones, Trump y Marco Rubio han definido los criterios estadounidenses de la relación bilateral: o México cumple con las exigencias de EU en materia de migración, seguridad, narcotráfico y colchón geopolítico en la frontera estadounidense del sur o se utilizarán los instrumentos comerciales muy estrictos del Tratado para obligar a México a su ordinar su seguridad nacional y sus intereses locales a las prioridades estadounidenses.
México sí tiene capacidades y posibilidades de replantear las relaciones bilaterales, pero no sabe cómo romper las relaciones de dependencia comercial y económica con EU para ejercer su autonomía relativa en intereses geopolíticos y de seguridad nacional. Ante el dilema de redefinir las relaciones mexicanas de seguridad nacional con Estados Unidos en función de construir una autonomía económica y comercial de mercado o aceptar los términos de subordinación del Tratado, Palacio Nacional no tiene una opción de autonomía de desarrollo que las que le permitan potenciar las capacidades productivas que están a la vista pero que no han sido construidas para un verdadero nuevo modelo nacional de desarrollo.
La paradoja de los gobiernos de la 4T es que enarbolaron la bandera del fin del ciclo neoliberal de desarrollo, pero ingresando al país en una lógica contradictoria de una mayor política económica estrictamente neoliberal y fondomonetarista y un modelo de definición del desarrollo a partir de un Estado quebrado financieramente y sin recursos para construir la capacidad industrial de agropecuaria para competir con el gigante del norte.
En este punto se encuentran las contradicciones entre el discurso nacionalista de Palacio Nacional y la dependencia obvia de los intereses estadounidenses; la aplicación de aranceles mañana martes en mayor o menor medida hundirá a México en un nuevo ciclo de recesión que le echará a perder las expectativas de resurgimiento económico que planteo el Plan México como fundamento doctrinario pero sin estructura de construcción de la capacidad productiva mixta que se requiere para dejar de depender de las amenazas arancelarias.
Todos los gobiernos estadounidenses de después de la Segunda Guerra Mundial jugaron en las expectativas mexicanas de autonomía relativa en discurso diplomático, pero a cambio de que México no se saliera del escudo de seguridad nacional americano. Ahí se encuentra la explicación del severo y hasta vulgar discurso del nuevo sheriff en el pueblo –el presidente Trump– para regresar a México al paraguas de los intereses de seguridad nacional de la Casa Blanca.
Las nuevas relaciones anunciadas por Rubio regresaron a México al marco referencial de seguridad nacional de EU.
Política para dummies: la política consiste en aceptar lo que no se quiere decir.
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El contenido de esta columna es responsabilidad exclusiva del columnista y no del periódico que la publica.
carlosramirezh@elindependiente.com.mx
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