• Productores de la región han comenzado a explorar alternativas para salvar la cosecha, como la contratación de migrantes haitianos.
Tapachula, Chiapas 23 de Diciembre.- La cafeticultura en la región alta de Tapachula atraviesa una de sus etapas más críticas debido a la severa escasez de mano de obra, una problemática directamente ligada al fenómeno migratorio que, en los últimos años, ha vaciado comunidades enteras de jóvenes en edad productiva.
Ismael Gómez Coronel, productor de café, señaló que la migración hacia el norte y a Estados Unidos provocó que la mano de obra local prácticamente desapareciera. “En muchas comunidades ya solo quedaron mujeres y personas adultas mayores; los jóvenes se fueron y la escasez de trabajadores es brutal”, afirmó.
El productor explicó que esta situación ha derivado en el cierre de numerosas fincas cafetaleras, al grado de estimar una reducción de hasta el 95 o incluso 100 por ciento de la mano de obra tradicional. A ello se suma que la nueva generación ya no ve atractivo el trabajo en los cafetales, al considerarlo pesado frente a otras opciones laborales mejor remuneradas.
Ante este escenario, productores de la región han comenzado a explorar alternativas para salvar la cosecha, como la contratación de migrantes haitianos y de otras nacionalidades que actualmente se encuentran en Tapachula. De manera experimental, algunas fincas ya emplean a este sector, obteniendo resultados alentadores.
Actualmente, debido a la alta demanda de trabajadores, el pago por corte de café oscila entre 200 y 250 pesos por caja, ingreso que puede multiplicarse dependiendo del rendimiento diario. “Entre más cortan, más ganan, y eso representa una opción real de empleo para ellos”, explicó Gómez.
Los trabajadores permanecen en las fincas durante la temporada de corte, que inicia desde las primeras horas de la mañana y se extiende hasta la tarde. Para los productores, más allá de la situación migratoria, lo fundamental es contar con manos que permitan rescatar la cosecha.
Ismael Gómez confió en que, si este esquema resulta exitoso, otros cafeticultores lo replicarán, convirtiendo a las fincas en una alternativa laboral para migrantes y, al mismo tiempo, en un salvavidas para una actividad histórica que hoy lucha por sobrevivir ante la migración y el abandono del campo. EL ORBE/ Ernesto L. Quinteros





