En 1993 la Asamblea General de las Naciones Unidas, a Iniciativa de los Países Miembros de la Unesco, proclama el “3 de Mayo Como Día Mundial de la Libertad de Prensa”.
Tres de Mayo no se Olvida; la Lucha por una Verdadera Libertad de Expresión Continúa
Ernesto L. Quinteros
Era una mañana cálida-húmeda del 3 de mayo del 2016, ya que se anunciaban las primeras lluvias de la temporada, cuando fui objeto de un atropello a todos mis derechos como periodista y ciudadano. Por eso, el tres de mayo no se me olvida, y lo recuerdo todo como si fuese ayer.
En ocasiones se revive en mí un sentimiento de coraje e impotencia, ya que en esa ocasión un comando armado a bordo de una camioneta blanca compacta, con vidrios polarizados, me interceptó cuando circulaba en la carretera Tapachula-Tuxtla Chico.
Tipos sin uniformes, fuertemente armados y vestidos de civil, se me emparejaron en dicha vía de comunicación y me marcaron el alto. Yo viajaba en una camioneta Hilux, de modelo reciente, acompañado de mi esposa.
Me paré con el motor encendido, aunque por mi mente pasó la idea de no hacer caso a las instrucciones de dichos sujetos. Pero a su vez pensaba en la seguridad de mi esposa, a quien le advertí: “pase lo que pase, tu deja que me lleven, yo creo que estos tipos vienen por mí”, por lo que le di una pequeña mochila en donde cargaba algunas pertenencias.
En segundos, ya estaba tocando la ventanilla de mi camioneta un sujeto, quien sin identificarse, me dijo que se trataba “supuestamente” de un operativo para detectar vehículos robados.
Obviamente no le hice caso, y le pedí que se identificara, lo que evadió exigiéndome qué apagara el motor de mi vehículo, mientras sujetaba una pistola que traía en la cintura, como amenazando a desenfundarla. Ya para ese tiempo, tenía tres tipos más fuertemente armados rodeando mi camioneta, uno de ellos en la parte de enfrente que portaba un rifle de alto poder.
El vidrio de mi ventanilla solo lo había bajado unos centímetros, solo lo necesario para escuchar, mientras el sujeto me exigía insistente que apagara el motor, e intentaba con fuerza abrir la puerta.
Fue entonces que le dije “tranquilo, tranquilo, mejor dime la verdad. Sé que vienes por mí. Así que tranquilo, me voy a bajar”.
-¡Bájate cabrón!, me volvió a gritar, tengo que checar un código que trae la camioneta en la orilla de la puerta. A lo que sonreí, posiblemente de nervios, pues con esa mentirá confirme de inmediato la sospecha que su objetivo era detenerme, o más bien dicho secuestrarme, por las condiciones en que estaban sucediendo las cosas.
Fue entonces que subí de nuevo el vidrio de la camioneta, y le dije a mi esposa, me van a llevar, marca a los números telefónicos que te di.
En seguida me bajé y fui privado de mi libertad. Obvio, pensé que me iban a matar.
Pero a partir de ese entonces mi vida cambió, y no les cuento más, para no aburrirlos.
Hago alusión a este pequeño pasaje de esta desagradable experiencia, porque lamentablemente muchos compañeros periodistas en el mundo, y en particular de nuestro país, no solo han sido violentados sus derechos y amenazados, también han perdido la vida.
Y lo que a un servidor le sucedió, le puede pasar cualquier colega periodista.
Es por eso que la experiencia nos indica que la lucha por alcanzar una verdadera “libertad de expresión” es continua, es prácticamente de todos los días.
En el presente año, Naciones Unidas asegura que a tres décadas de proclamarse “el Día Internacional de la Libre Expresión”, solo hay algunos avances sustanciales hacia la consecución de una prensa libre y la libertad de expresión en todo el mundo; que es por la proliferación de medios de comunicación independientes en muchos países y el auge de las tecnologías digitales, que han permitido la libre circulación de la información. Sin embargo, la libertad de los medios de comunicación, la seguridad de los periodistas y la libertad de expresión siguen sufriendo cada vez más ataques, lo que repercute en el cumplimiento de otros derechos humanos.
En pocas palabras, los periodistas en México y en el mundo siguen viviendo bajo amenaza.
Por hoy ahí la dejamos, nos leemos mañana.
¡Ánimo!
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