Por Ernesto L. Quinteros
Contaminación por Desconocimiento y Falta de Infraestructura para Tratar Residuos Electrónicos
La excesiva contaminación generada por la emisión de desechos químicos y electrónicos es una realidad que ya no puede ocultarse en México, al igual que los efectos innegables del cambio climático y el sobrecalentamiento global que azota al planeta. Mientras nuestro país avanza en materia tecnológica, con dispositivos cada vez más accesibles y presentes en el día a día de millones de familias, no hemos logrado acompañar estos progresos con medidas eficaces para controlar la desmedida emisión de cientos de toneladas diarias de contaminantes químicos y electrónicos.
En la gran mayoría de nuestras ciudades, el tratamiento de estos desechos carece completamente de infraestructura adecuada y equipo especializado. Las instalaciones existentes están diseñadas principalmente para manejar residuos sólidos convencionales, pero no cuentan con las condiciones necesarias para procesar materiales que contienen sustancias peligrosas. Esta situación nos obliga a replantear urgentemente la necesidad de que sociedad y gobierno trabajen en conjunto para diseñar y poner en marcha nuevas estrategias a corto, mediano y largo plazo que atiendan esta problemática con la seriedad que requiere.
No se trata de un asunto nuevo: desde hace años se ha alertado sobre los riesgos que representan los residuos eléctricos y electrónicos (REEE). Sin embargo, la mayoría de la población se concentra en las preocupaciones del día a día, en lo que hemos considerado prioritario hasta ahora, prestando poca atención a la posibilidad de emprender acciones concretas para el cuidado del medio ambiente y revertir los efectos del calentamiento global.
Recientemente, investigadores de la región Soconusco han hecho reveladoras declaraciones sobre la contaminación que generan las baterías, un elemento que para muchos parece completamente inofensivo, pero que pone en riesgo la salud de nuestra población y, sin ánimo de caer en el catastrofismo, representa una amenaza para la humanidad en su conjunto.
México ocupa el tercer lugar en América en generación de REEE, con 1.1 millones de toneladas anuales, solo detrás de Estados Unidos y Brasil, según cifras oficiales de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT). Sin embargo, la tasa de reciclaje de estos desechos es de apenas el 9%, un porcentaje alarmantemente bajo que expone a nuestros ecosistemas y comunidades a riesgos severos para la salud y el bienestar.
Aunque algunas localidades han impulsado iniciativas como «Reciclatones» para la recolección de estos materiales, estos eventos son intermitentes y terminan recayendo la responsabilidad exclusivamente en los ciudadanos, quienes a menudo no cuentan con opciones de manejo adecuado en su entorno cotidiano. En ciudades como Tapachula, Chiapas, por ejemplo, se han identificado centros de acopio en otras localidades del estado, pero no existen lugares fijos para depositar baterías comunes tipo AA o AAA; las campañas de recolección son muy esporádicas y llegan con poca anticipación, lo que limita enormemente su impacto. En contraste, otras categorías como las baterías de automóviles y celulares sí cuentan con canales de retorno establecidos en puntos de venta autorizados, que posteriormente las envían a procesos de reciclaje especializado.
Los REEE representan una amenaza doble para nuestro país: por un lado, contienen materiales reciclables de alto valor económico y estratégico, como cobre, aluminio, plata, oro y otros metales preciosos que podrían ser reincorporados a la cadena productiva, reduciendo la necesidad de extraer recursos naturales nuevos.
Por otro lado, incluyen sustancias químicas altamente tóxicas como los Contaminantes Orgánicos Persistentes (COP), que permanecen en el medio ambiente durante décadas e incluso siglos, acumulándose en el tejido graso de los seres vivos y generando efectos devastadores en la salud: desde trastornos neurológicos y problemas respiratorios hasta alteraciones en el sistema reproductivo y un aumento en el riesgo de enfermedades oncológicas.
Lamentablemente si no se toman acciones en torno al tema, en breve veremos consecuencias más severas en la salud de la población.
Por hoy ahí la dejamos, nos leemos mañana. ¡Animooo!
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