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Denuncian Pésimo Servicio de Aeroméxico en la Frontera Sur

* Usuarios Sufren Mal Trato y Altas Tarifas Aéreas.

Tapachula, Chiapas; 11 de Enero.- Usuarios del Aeropuerto Internacional de Tapachula (AIT) protestaron este viernes por el pésimo servicio que, aseguran, presta la empresa Aeroméxico a la frontera sur y por las tarifas humillantes que les aplica a los tapachultecos.
Justificadamente indignados, una familia que viajó a la ciudad de Monterrey, vía Ciudad de México, por esa línea aérea, narró a rotativo EL ORBE los problemas que debieron pasar por llegar a pasear a Tapachula.
Según demostraron con documentos, viajaron desde Nuevo León a la Frontera Sur, llevando consigo de mascota a un gato y, para ello, tuvieron que cumplir con estrictos requisitos, como la certificación de la salud del animal, incluyendo cartilla de vacunación.
Además, se tenía que cumplir con ciertas dimensiones y tipo de la jaula de trasportación; así como el pago del boleto del felino, entre otras cosas, pero el viaje fue sin impedimento alguno.
Los sellos y engomados de la aerolínea que se utilizaron ese día quedaron sujetos a la jaula.
Al haber concluido el periodo de descanso, la familia decidió regresar a Nuevo León por la misma vía. Su vuelo estaba programado para este miércoles a las 09:00 horas, desde Tapachula.
Para ello se presentaron oportunamente al aeropuerto, pero al llegar al área de mostrador y departamento de carga de Aeroméxico, les indicaron que el gato no podía viajar porque la jaula estaba muy chica.
Al presentarles los sellos y documentos del viaje que utilizaron para su viaje a Tapachula, los empleados de esa empresa les indicaron que “ellos sí aplicaban el criterio como debería de ser y que, por lo mismo, esa jaula no pasaba”.
Como los usuarios reclamaron sus derechos, la empleada de mostrador de Aeroméxico los amenazó de que, si no se callaban, no los dejarían subir al avión y perderían el vuelo.
Increíblemente el gato no pudo abordar y tuvo que quedarse en Tapachula. Para ello, familiares de los visitantes buscaron una alternativa de inmediato, que era intentar por paquetería, también vía Aeroméxico.
Desesperados por lo que estaba ocurriendo, acudieron a esa línea área, en la que les dijeron que podían darle el servicio, pero tenían que presentarse hasta las 18 horas, de tal manera que el felino se fuera en el vuelo de las 06:00 de la mañana del jueves, o sea, tendría que pasar 12 horas encerrado en una bodega.
Y así lo hicieron porque no había otra opción. Por la tarde acudieron de nueva cuenta al aeropuerto, pero en esta ocasión ya había otro personal.
El trabajador de relevo les indicó, de manera muy prepotente, que para poderles atender tenían que someter al gato a una revisión migratoria, de sanidad, pero que ese procedimiento lo tenían que hacer en la cabecera municipal.
Sin embargo, como ya estaban en el aeropuerto, acudieron a las autoridades que se encuentran asignados en esas instalaciones, y luego de suplicarles que los atendieran, pasaron a la mascota a revisión.
Se desconoce la estrategia que utilizó el personal del Instituto Nacional de Migración (INM) para comprobar que el gato era mexicano y su legal estancia en el país.
Mientras que el resto de las autoridades lo revisaron tan a fondo, que hasta checaron que estuviera vivo y su interior no hubiera sido rellenado de drogas, aunque lo único que encontraron fue la comida del día.
Después de un largo proceso protocolario que lo hubieran envidado hasta los programas de televisión, tuvieron que extender -de mala gana- los sellos y permisos para la mascota.
Una vez que cumplieron con todo ello, regresaron a paquetería. Ahí entregaron los mil 600 Pesos que les había dicho el trabajador de la mañana que tenían que pagar, pero no les aceptaron el dinero.
El empleado en turno les dijo que, para que viajara el gato como si tratara de un pequeño bulto entre todas las maletas, deberían pagar 2 mil 200 Pesos, o sea, casi 40 por ciento más.
Aunando a eso, que tenían que proporcionar un teléfono en la que estuvieran accesibles, porque había la posibilidad de que la mascota quedara en espera de un lugar, a pesar del pago y de haber cumplido con todos los requisitos que les exigieron.
“Pareciera que fuera un servicio que lo estuvieran dando de a gratis. Es una pésima atención”, dijeron los perjudicados a EL ORBE, mientras que personal de ese mismo aeropuerto comentó que los reclamos contra la empresa son muy constantes, pero nadie les puede hacer nada.
Recordaron que, apenas este Diciembre, se terminaron rápidamente todos los boletos aéreos que tenían como destino final a Tapachula.
Aprovechándose de la humildad de los tapachultecos y de sus visitantes, comentaron que Aeroméxico les puso a disposición espacios de la Ciudad de México hacia Tuxtla Gutiérrez, pero a casi ocho mil Pesos por persona, más del doble de lo común.
Otra familia de usuarios comentó que, al tratar de documentar sus maletas en el vuelo de Aeroméxico de Tapachula a la capital del país, los prepotentes empleados les indicaron que sus pertenencias no pasaban.
Las maletas llevaban pequeñas manchas por fuera y que “podía ser un material flamable que pusiera en riesgo la vida de todos los pasajeros y la tripulación”, les indicaron.
Asombrados, los afectados buscan afanosamente las manchas en sus maletas, pero no las encontraron. Al tratar de pedir explicaciones, los empleados de Aeroméxico también les advirtieron que, de seguir con sus reclamos, no les permitirían que subieran al avión.
Casualmente, una persona vestida de civil que estaba cerca del mostrador, se acercó a ellos para ofrecer sus servicios de embalar las maletas (envolverlas con plástico) y que con eso ya pasarían las “rigurosas” pruebas de calidad.
Como tampoco tenían más alternativas, aceptaron las condiciones, aunque para ello tuvieron que pagar fuertes sumas de dinero.
El embalaje lo hizo manualmente y para ello les puso a las maletas unos pedazos de cartón. Con ello, los trabajadores de Aeroméxico ya no pusieron objeción.
Sin embargo, la familia involucrada en este caso se percató que, detrás de ellos, también había otros usuarios a los que les habían puesto el argumento de las manchas y que tenían que embalar las maletas, lo cual les hizo sospechar que, en realidad, pudiera tratarse de un acto de corrupción para sacarles más dinero a los usuarios de esa aerolínea.
Independientemente de ello, Aeroméxico ha sido señalada constantemente por imponer a Tapachula tarifas tan altas, que en algún tiempo fueron aún mayores que viajar al extranjero.
A la llegada de Volaris, con precios muy accesibles y mejor servicio, los habitantes de la frontera sur tuvieron otra alternativa, pero ha sido insuficiente para la gran demanda que hay. EL ORBE / Ildefonso Ochoa Argüello

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