En México, el café no solo es un motor económico: es también una herencia cultural, un vínculo entre generaciones y una fuente de arraigo con la tierra. En estados como Chiapas, Veracruz, Oaxaca, Puebla y Guerrero, familias cafetaleras han dedicado su vida al cultivo de este grano que hoy conecta al país con los mercados más exigentes del mundo.
Desde hace 15 años, el Plan NESCAFÉ ha sido un aliado estratégico en la transformación del campo mexicano. Con presencia en las principales regiones cafetaleras del país, este programa de Nestlé impulsa una caficultura más productiva, sostenible e incluyente. A través de la entrega de plántulas de alto rendimiento resistentes a plagas, esquemas de financiamiento sin intereses, y capacitación en prácticas agrícolas regenerativas, el Plan ha mejorado los ingresos de productores y ha contribuido a regenerar suelos, conservar el agua y reducir la huella ambiental del café.
El impacto va más allá de la productividad. Nestlé ha consolidado una cadena de suministro basada en la creación de valor compartido, garantizando que las manos de quienes lo cultivan se beneficien con prácticas sostenibles, generando recursos de origen responsable.
Asimismo, se promueve un esquema de producción agroforestal bajo sombra que permite conservar la biodiversidad (flora y fauna) de las regiones, promover la captación de agua de lluvia y reducir los efectos del camio climático.
Además, el Plan NESCAFÉ promueve activamente la participación de mujeres y jóvenes, construyendo un relevo generacional en comunidades rurales.
Gracias a iniciativas como esta, México ha logrado mantener y aumentar la producción nacional en ciertas zonas, fortaleciendo su competitividad frente a otros países productores. Hoy, la caficultura mexicana no solo genera valor económico, sino también impacto social y ambiental positivo. El Plan NESCAFÉ es prueba de que, con compromiso, innovación y alianzas duraderas, es posible construir un campo más fuerte, justo y sostenible para el futuro del país.





