Juan Carlos Cruz Vargas
La pandemia del covid-19 dejó una nueva estampa en la capital del país: desde las cocinas, los pasillos y las terrazas cientos de meseros, lavalozas, chefs, cocineras, garroteros y dueños de restaurantes salieron a las calles a reclamarle al Gobierno de Claudia Sheinbaum. Le dijeron que la ampliación del semáforo rojo prácticamente asfixiará al sector, cuyo cierre lleva ya tres semanas consecutivas.
Ni una mancha de comida tenían los delantales e indumentarias de los inconformes, quienes marcharon por diferentes rumbos de la Ciudad de México enarbolando pancartas con la consigna lapidaria: “Abrir o morir”. La escena se repitió en el centro de Tlalpan y en el de Coyoacán, en el Centro Histórico, en Polanco, la Condesa…
Enfundados en sus impecables delantales externaron sus preocupaciones: “Soy el sustento de una familia”, “Sólo queremos trabajar”, “No nos dejen morir”, “Mesa segura para un cliente seguro”, “Los restaurantes son fuente de empleo, no de contagio”…
Muchos de ellos están enojados porque, aseguran, el gobierno da juego a los puestos ambulantes, donde la concurrencia acude a saciar el hambre sin ninguna medida sanitaria y sin sanciones de por medio. Lo peor, dice José Luis, empleado en una fonda de Tlalpan, los establecimientos callejeros ni siquiera pagan impuestos.
Ni qué decir de lo que significa la industria restaurantera para la economía.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, las actividades económicas con mayor número de personas ocupadas son los servicios de preparación de alimentos y bebidas, con 7.4% de mexicanos empleados; seguidos con los dedicados a abarrotes y alimentos al por menor, quienes representan 6.5%.
José Luis añade a este semanario: “Cuando el piso no es parejo y los ingresos ya no existen, hay que hacerle ruido con cacerolas al gobierno para que corrija”.
Y así fue. A mediados de la semana pasada el gobierno capitalino y los restauranteros llegaron a un acuerdo para que los negocios operen a partir de este lunes 18.
La reapertura de los negocios se hará bajo condiciones reguladas: el consumo en el lugar será hasta las 18:00 horas; después sólo se atenderán pedidos a domicilio; únicamente habrá servicio en terrazas o mesas colocadas en el exterior, colocadas en zigzag, con una distancia de 1.5 metros entre ellas; no más de cuatro personas por mesa, y los comensales deberán usar obligatoriamente el código QR.
En la mesa de negociación estuvieron representantes de la industria restaurantera con José Alfonso Suárez del Real, secretario de Gobierno de la Ciudad de México; Fadlala Akabani, secretario de Desarrollo Económico; Carlos Mackinlay, encargado de Turismo y José Merino, titular de la Agencia Digital de Innovación Pública.
También participaron el alcalde de Benito Juárez, Santiago Taboada; el representante de la alcaldía Cuauhtémoc, Néstor Núñez; Adrián Ruvalcaba, de Cuajimalpa; Víctor Hugo Romo, de Miguel Hidalgo, así como el alcalde de Venustiano Carranza, Julio César Moreno.
Para Germán González Bernal, vicepresidente de la Cámara Nacional de la Industria de Restaurantes y Alimentos Condimentados (Canirac), los acuerdos alcanzados marcan un parteaguas para los restaurantes; sin embargo, dice, no son suficientes para salvar a la industria que ha perdido medio millón de empleos y más de 100 mil millones de Pesos en lo que va de la pandemia, según datos del mismo organismo.
-¿Iban por más en la negociación? –se le pregunta al empresario.
–Buscábamos recuperar un poco más de espacio. O sea, hay muchísimos restaurantes en la ciudad que no tienen los espacios físicos adecuados o no tienen una terraza o patio; esos no van a poder abrir. Sun