Mauricio Meschoulam
La guerra en Ucrania entra a una fase complicada. Tras los numerosos reveses sufridos por Rusia en los últimos días, Putin lanza un mensaje de escalamiento que tiene destinatarios tanto dentro como fuera de su país. Hoy actualizamos ese análisis.
1. La guerra activa trampas narrativas y espirales ascendentes de violencia. Las partes rivales, una vez enfrentadas, buscan comunicar que no serán doblegadas, y reaccionan escalando las hostilidades hasta conseguir que su enemigo ceda o negocie bajo los términos que pretenden. En ese contexto, cualquier medida tendiente a desescalar la guerra después de sufrir golpes o derrotas, puede ser percibida como signo de debilidad. Tras el fracaso del primer intento de Rusia por conquistar Kiev, tuvo que replegarse y emplear una táctica distinta: tomar posesión del este y el sur del país. En esta segunda fase, Moscú tuvo un mayor éxito y consiguió dominar un 20% del territorio ucraniano. El objetivo era, en ese punto, desgastar al rival, fragmentar y asfixiar al país, quebrar su moral y capacidad de resistencia. Las últimas semanas, sin embargo, exhibieron dos contraofensivas paralelas por parte de Ucrania; una de ellas quebró las líneas de defensa rusas en el noreste.
2. Las presiones internas en Rusia. Con esos resultados, se han generado presiones fuertes al interior de Rusia para Putin. Su país, siendo la superpotencia que es, no tiene, desde esta visión, por qué pasar por esta humillación. El titubear es un signo de debilidad, no solo de Rusia, sino del presidente. Putin necesita cambiar esa percepción.
3. El factor externo: la proyección de Rusia como superpotencia. Moscú ha venido perdiendo desde hace meses una imagen que a Putin le costó años construir en todo el planeta. Hoy hay una percepción de que Rusia está siendo «doblegada» por un rival claramente inferior. Las implicaciones de esto rebasan a Ucrania.
4. Medidas de escalamiento. La escalada se compone de distintos factores. Uno de ellos consiste en la organización de referéndums en distintas zonas de Ucrania hoy controladas por Rusia con el fin de anexar esas regiones a la Federación Rusa. A partir de ello, cualquier ataque u ofensiva ahí desplegada, podría ser asumido por el Kremlin como un ataque directo contra su territorio. Adicionalmente, sin llamar aún a esta como una «Guerra Total», Moscú decide movilizar, por ahora, a unas 300,000 tropas adicionales entre sus reservistas. Faltará entender los tiempos, la capacidad operativa y combativa de estas nuevas filas de reservistas y, principalmente, su moral a la hora de luchar.
5. El uso nuclear para la guerra cognitiva. En cualquier guerra, además del campo material, se libra una lucha en el campo cognitivo: meterse en la mente del rival y doblegarle ahí, en el universo de lo psicológico. Esta lucha cognitiva va contra Kiev, pero también va contra todos los países que le apoyan. La frase «no es un alarde o engaño» activa desde el momento en que es enunciada por Putin, pensamientos en millones de mentes acerca de: «¿Y qué tal si sí?». A reserva de comentar esto con mayor profundidad en otro momento, simplemente afirmar que, hasta ahora, una mayoría de análisis coinciden en estimar que la escalada va más en otro sentido, no en el nuclear. Pero aún así, las espirales que menciono fueron activadas hace tiempo y no es fácil desactivarlas. De manera que la disposición a escalar las hostilidades por parte de un Putin cada vez más arrinconado y presionado, tiene que ser procesada con mucha responsabilidad y seriedad por parte de los actores involucrados directa e indirectamente, y de quienes desean reducir la inestabilidad global que esta guerra está provocando. Sun