José R. Xilotl Soberón
(Asociado de Número de la Asociación Mexicana de Urbanistas)
De enero a noviembre 2023 entraron más de 39 millones de personas a México principalmente a la CDMX, Cancún y Guadalajara incluyendo más de 300,000 inmigrantes regulares. Estos inmigrantes aportaron para crecer el número estimado de foráneos residentes en México a más de 1.2 millones o aproximadamente el 1% de la población nacional. Este número queda bajo contra los casi 12 millones de mexicanos residentes en el extranjero y los casi 30 millones de mexicanos de 2ª y 3ª generación que estima SEGOB viven en EU.
Aun ante estos apabullantes números que caracterizan a México como un país mundialmente reconocido como emigrante, vemos continuamente noticias respecto la denominada crisis de migrantes que cruzan el país en vías a EU.
En este contexto, los casi 700.000 encuentros con migrantes irregulares del Instituto Nacional de Migración (INM) en este mismo periodo se detienen para considerar si conforma una crisis en sus números o representa un aumento comparado con los encuentros reportados hace 10 años. Con esto se busca demostrar que, de haber una crisis migratoria, no es una crisis nacional, algo visto adicionalmente en que 17 Estados reportaron menos de 3,000 encuentros con migrantes irregulares en este periodo.
En cambio, la alta concentración de encuentros en Estados como Chiapas y Tabasco son indicativos de verdaderas crisis locales en las ciudades de Tenosique y Tapachula que dan cara para los migrantes y personal del INM.
Estas ciudades se caracterizan por llegar a casi duplicar sus poblaciones a lo largo del año gracias al arribo inicial de migrantes que las usan como bases para descansar, ser presentados ante el INM, organizar la continuación de sus viajes, trabajar temporalmente y conocer nuestro país. Para los gobiernos locales esta presión adicional puede significar grandes oportunidades para su futuro desarrollo como auténticos nexos comerciales y culturales con Centro y Sur América, al mismo tiempo que representa gastos adicionales para dotar de servicios públicos a la población flotante.
Aún cuando podemos apreciar esfuerzos por tratar el tema migratorio con un énfasis en derechos humanos mediante acciones federales como la creación y otorgamiento de la Tarjeta de Visitante por Razones Humanitarias a aquellos que califican, lo cual da un estatus regular migratorio con sus beneficios, no hemos visto una respuesta a la verdadera crisis migratoria en las políticas de desarrollo urbano tanto por la federación o local.
Si bien, la SEDATU entrego fondos adicionales mediante su programa de Mejoramiento Urbano a ciudades fronterizas del norte en 2021, una acción similar no se ha manifestado en la frontera sur.
Igualmente, esfuerzos federales como la conexión de Tenosique mediante el Tren Maya no considera una dimensión migratoria en sus planes de desarrollo para esta Ciudad. Por lo tanto, queda a responsabilidad local y estatal responder a la auténtica crisis de una boomtown o ciudad con un inesperado estallido en su crecimiento poblacional.
Aún cuando en tiempos previos vimos la consolidación de esfuerzos por Chiapas, por ejemplo, para crear una política fronteriza a través de la ya difunta Secretaría para el Desarrollo de la Frontera Sur, y del Municipio de Tapachula por crear una Dirección de Migración y Política Internacional, estas también sirvieron para generar una política de coordinación con la Federación, países vecinos, organizaciones migrantes y organismos internacionales sin, necesariamente, considerar el impacto de estos sobre el desarrollo urbano.
Como urbanistas vemos constantemente como el malestar vivido por los residentes de las ciudades fronterizas no nace de la xenofobia, sino de la percibida competencia por limitados recursos como son del agua, pavimentación, seguridad, y demás. Vemos igual cómo los presupuestos municipales son rebasados por buscar atender una población que demanda ayuda y caridad sin consideración en el reparto de fondos por sus Estados y Federación.
Al igual de la impotencia política de los actores locales contra las autoridades federales que operan en su territorio. Más que nada vemos cómo ciudades que han podido reconocer la oportunidad histórica e integrar exitosamente poblaciones migrantes, como el caso de Miami, crecen para conformar nuevos referentes culturales y económicos internacionales.
Sin embargo, esto no puede pasar sin políticas de desarrollo urbano especiales. Al fin que, la diferencia entre una crisis y una oportunidad es tener un plan. Sun