Por Cinthya Alvarado Enríquez
La Muerte Está al Final del Camino. Como una Madre Cariñosa y Tierna
En su poema “la Muerte”, Rosario Castellanos Figueroa, loada escritora y diplomática mexicana, presenta con dulzura el trance que a tantos aterra, pero la poetisa chiapaneca la presenta como libertaria: “ella es el hada que habrá de librarme de este cuerpo. De esta materia cruel que impide al alma abrir las alas y emprender el vuelo”.
Apenas y con motivo del 50 aniversario luctuoso de Rosario Castellanos le fue entregada la medalla con su nombre a la arqueóloga Fanny López Jiménez, quien descubrió la tumba de la Reina Roja, en Palenque, el hallazgo más importante de su tipo a mitad del siglo pasado y lo que corre del XXI, y cuando narra que “las piedras de jade brillaban, ahí había conchas, perlas, obsidianas… de inmediato supe que se trataba de una tumba”
Y es que para los mayas la muerte era literalmente trascendencia, así que los nobles eran sepultados con joyas, ornamentos y hasta con siervos que se ofrecían en sacrificio porque al pasar al otro lado, creían que era un privilegio estar con su ama.
A la reina roja le llamaron así por el que el sarcófago estaba cubierto de una gruesa capa de cinabrio, mineral compuesto de sulfuro de mercurio, muy apreciado por su tonalidad intensa, hay pinturas rupestres con ese pigmento, pero es muy tóxico, los arqueólogos concluyeron que se trataba de Tz´ak-b´u, esposa de Pakal; encontraron en ambos lados otras dos tumbas, la de un niño de 12 años y una mujer madura a quien se le quitó el corazón.
Muy interesante resulta saber que el ajuar mortuorio de Pakal el Grande, y el de su esposa la Reina Roja, que se preparaban para la muerte, dedicaban todo un proyecto para tal acontecimiento.
¿Cuántos años tomó para construir ese templo el rey Pakal? Al menos 40 años. Y la trascendencia de su esposa, quien según las inscripciones también gobernó, fue tal que le hicieron un ritual extraordinario.
“¿Quién me untó la muerte en la planta de los pies el día de mi nacimiento? ¿Es que el Viejo está muerto y tú apenas recién morida?”…Jaime Sabines.
Para el también poeta Jaime Sabines la muerte era objeto de muchas composiciones, y dice que ya en la planta de los pies traemos la fecha de caducidad, por así decirlo.
La Biblia habla mucho de la muerte y reseña que es más importante ese día que el día de nacimiento. De hecho a muchos personajes se les conmemora mayormente el aniversario luctuoso que el de nacimiento.
Apenas tomando un café con una querida amiga… “yo ya tengo preparado todo –dice- y ya pagué el paquete y escogí dónde, solo mis hijos tendrán que hacer algunos papeleos, pero ya lo hice porque no quiero que me dejen donde quieran, como pasó con mi mamá, que mis hermanos decidieron dejarla en la Ciudad de México, y unos años después yo hice todo y saqué sus restos y los traje a Tapachula”.
Vivir para algunos se vuelve pesadilla, es una contradicción de la vida, pero para Dios la muerte de sus escogidos es cosa santa. Necesitamos vivir sabiendo que ese día de partir llegará, pero vivir como dicen, pensando en que puede ser el último día, pensar en que dejaremos memorias y enseñanzas que las futuras generaciones tomen de buen ejemplo, eso es lo que Pakal hizo, y hasta ahora la gran ciudad de Palenque, que se yergue ante los años sigue causando admiración por su belleza, por su calidad arquitectónica, una estética fascinante, ¡dicen que fue el París de los mayas!
Con esto en mente, me gustaría que reconociéramos a esos chiapanecos que nos antecedieron y que son un ejemplo ante la idea y la experiencia de la vida y la muerte. Hasta la próxima!