Trump PIERDE FUELLE; ADELANTA su
Informe 2026: puro yo, yo, yo, yo
Carlos Ramírez
El presidente Donald Trump introdujo un factor de nerviosismo político antier miércoles 17 con el anuncio de que por la noche daría un discurso en cadena nacional.
Todas las especulaciones se centraron en que anunciaría la invasión militar a Venezuela para arrestar al presidente Nicolás Maduro o para dar a conocer su ruptura con Putin por la falta de paz en Ucrania.
Pero no. La temática fue más personal. Durante muchos minutos se vio Trump eufórico de sí mismo, convirtiendo la pantalla del teleprompter como el espejo de la bruja de Blanca Nieves preguntándole quién era el político más hermoso, con un discurso de elogio al yo-yo-yo y el mensaje de que el planeta debe estar agradecido con su existencia y de su actuación en la Casa Blanca, y como Santa Claus, con una semana de anticipación anunciando que en su bolsa roja de regalos de su trineo traía dinero en efectivo para repartir a diestra y siniestra.
La explicación más racional de ese discurso fue más simple: las últimas encuestas señalan una declinación de la aprobación de Trump no solo por la falta de solución a los problemas de la crisis geopolítica -Ucrania y Venezuela, además de Europa- que le está restando margen de maniobra a la Casa Blanca, y dentro de Estados Unidos las presiones inflacionarias que están disminuyendo la capacidad de compra de los ciudadanos, pero justo en la coyuntura de altos precios en tiendas en estos tiempos de regalos navideños.
En materia de geopolítica militarista, a Trump se le están enredando las cosas. En su ánimo personal parece estar decidida la invasión militar a Venezuela para arrestar al presidente Maduro, está armada también la coalición sobre todo de aliados latinoamericanos para desactivar los apoyos a Maduro, la determinación de imponer a la activista disidente María Corina Machado como Administradora de la Autoridad Provisional de la Coalición (modelo Irak después de la invasión de Bush Jr.).
Apoyar el desmantelamiento de la estructura de poder que fundaron Hugo Chávez y Maduro como sistema presidencialista populista, apoderarse de los recursos naturales de Venezuela para beneficio de Washington, y convertir al país en el portaviones terrestre USS Venezuela, como el que impuso igual en Honduras el presidente Reagan a través del embajador John Dimitri Negroponte y, en suma, cambiar el régimen venezolano a uno al estilo americano.
El tono de ansiedad en el discurso de Trump también buscó de alguna manera mandar el mensaje de que todo estaba perfecto en el Camelot de la Casa Blanca (como en los tiempos de Kennedy), sobre todo por las posiciones tambaleantes de Kristi Noem en Seguridad Interior, de Pam Bondi en Justicia, de Dan Mongino como subdirector del FBI y sobre todo el impactante reportaje de la revista Vanity Fair con la jefa de gabinete De Trump, Susie Wiles, diciendo que el presidente tiene una mentalidad operativa de un alcohólico.
El estilo ansioso de Trump en los temas decisivos -más por impacto mediático que por efecto geopolítico o de seguridad nacional- de Ucrania y Venezuela tiene que ver con el estilo personal de operar del presidente estadounidense: saborear por adelantado un plato de sopa, sin entender que del plato a la boca se puede caer la sopa.
El presidente ruso Putin sigue jugando con las expectativas de Trump, el presidente chino Jinping está consolidando su poder geopolítico, y el presidente Maduro se niega a ser atemorizado por las amenazas de la Casa Blanca y sigue aferrado al poder en Venezuela, a pesar de la escalada de Washington para ir aislándolo, como el presidente Kennedy hizo con Fidel Castro durante la crisis de los misiles en 1962.
Estas dos confrontaciones de Trump -con Putin por Ucrania y con Maduro en Venezuela- están llevando al presidente Trump a la orilla de acciones bélicas realmente serias, con despliegue de fuerzas militares en ambas zonas de conflicto- y sin tener acuerdo con otros bloques de poder geopolítico u otros países, y sin tomar la decisión final del manotazo militar.
En su discurso televisado del miércoles por la noche, el presidente Trump llegó a su propia conclusión en conclusión inevitable: Estados Unidos y el planeta Terra deben agradecer a los dioses el tenerlo a él al frente de la Casa Blanca, y en modo del YSQ culpó de todas las crisis habidas y no habidas a su némesis Joseph Biden, en modo de su Felipe Calderón responsable de las crisis.
Las últimas cifras de aprobación de Trump cayeron debajo de 35% como piso, pero lejos de las encuestas que le daban hasta 60%, al ganar su segundo periodo presidencial de manera contundente contra la vicepresidenta demócrata de Biden, Kamala Harris.
Las cosas no le están saliendo al Presidente EU y por eso anda en busca del elogio propio desde su Trastorno de Personalidad Obsesivo-Compulsiva (TPOC).
Política Para Dummies: La política manda sus propias señales, y que las entienda quien las deba de entender.
(Por fiestas de fin de año, Indicador Político se toma dos semanas de descanso. Regresamos lunes 5 de enero de 2026: Feliz Navidad y un 2026 de realizaciones.)
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