Tapachula.- Pese a haberse anunciado recientemente que el parque central «Miguel Hidalgo», estaría libre de la presencia de migrantes tras la realización de redadas por parte de organismos policiales y el Instituto Nacional de Migración (INM), ese espacio en donde confluyen los tapachultecos en su tránsito a diferentes puntos de la ciudad, sigue siendo el lugar de refugio para los migrantes centroamericanos que deambulan en la ciudad.
Aunado a esto, las condiciones de higiene del espacio conocido como la pérgola, siguen siendo un foco de infección ya que muchos de ellos realizan sus necesidades fisiológicas en ese lugar, por lo que los olores fétidos y los charcos de orines son parte del escenario, de un sitio que antaño servía de punto de encuentro y esparcimiento para las familias locales, y que ahora es un lugar en el que se consume marihuana a la vista de todos los paseantes.
Comerciantes establecidos en el primer cuadro de la ciudad, los cuales pidieron la omisión de sus nombres por temor a represalias de las autoridades y de los mismos migrantes, declararon que a toda hora del día se puede ver a los centroamericanos durmiendo en los espacios que anteriormente eran para sentarse, o bien encima de los pocos árboles de ornato que ahí se encuentran, entre cuyas ramas de protegen de los rayos del sol.
Aducen los entrevistados, que no es posible que no se pongo un alto a esta situación y se ubiquen a los mismos en otros lugares, en mejores condiciones, y que el ayuntamiento cumpla con mantener limpio y en buen estado nuestro parque: «no podemos impedir como ciudadanos que cese el flujo migratorio, pero si exigimos al ayuntamiento que haga su trabajo, solo por días es que hemos visto un parque sin migrantes, no sabemos a qué se debe que en algunos días vemos a los policías vigilando y prácticamente corriendo a los migrantes del parque y al otro día, todo vuelve a ser como antes», dijeron.
De igual forma adujeron que son varias las personas o miembros de congregaciones religiosas que les llevan ropa o comida, pero en el caso de los alimentos, los recipientes en que se los sirven, van directamente a acumularse en el suelo o en las jardineras de ese espacio público, sumando una muy mala imagen. (EL ORBE/Alberto Bonilla Acosta)