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Reflexión del Obispo de Tapachula, Monseñor Jaime Calderón Calderón

III Domingo del Tiempo Ordinario 26 de Enero del 2020

1. El Domingo de la Palabra de Dios.

Muy querida familia diocesana de Tapachula, este domingo es el tercer domingo en el que acompañamos al Señor Jesús en su ministerio a favor del pueblo de Israel, llamado en la Iglesia tiempo ordinario, tiempo de color verde. El Papa Francisco instituyó este tercer domingo del tiempo ordinario como el “Domingo de la Palabra de Dios”. La razón, hacer “crecer en el pueblo de Dios la familiaridad religiosa y asidua con la Sagrada Escritura”. Así lo indica el Santo Padre en la Carta Apostólica por iniciativa personal, esto es en forma de “Motu Proprio”, titulada “Aperuit Illis”, publicada el 30 de septiembre del año que recién dejamos atrás, en la fiesta de San Jerónimo, el más grande de los estudiosos de la Sagrada Escritura. Haciendo eco a la voz del Papa, cada familia parroquial se ha organizado para celebrar este día importante para la vida de la Iglesia que, poco a poco, ha de ir incorporando a su vida este motivo. Este domingo la Palabra de Dios nos presenta al Señor Jesús iniciando su ministerio en Galilea. Su presencia marca el inicio de una nueva etapa en la vida del pueblo de Israel. Con Él se hace evidente y cercana la llegada del Reino de Dios. Este Reino ha de exigir actitudes nuevas para todo aquél que quiera entrar en esta nueva etapa y hacer suyo el estilo de vida de Jesús. El ministerio de Jesús es muy preciso: enseñar, proclamar el Reino de Dios y curar toda enfermedad y dolencia. La llegada del Reino exigía a los discípulos y, con ellos a cada uno de nosotros, una sincera conversión, un cambio de mentalidad, un cambio de estilo de vida, un dejar nuestra antigua forma de ver el mundo y una invitación a verlo con los ojos de Jesús y desde el lente de la presencia del Reino. El Reino es el proyecto de Dios que trae consigo nuevas relaciones, aspiraciones y realidades para quien quiera dejar su estilo de vida y hacer suyo el vivir como Jesús. Ver y vivir como Jesús vivió siempre traerá consigo el riesgo de la división, dice San Pablo a los cristianos de Corinto. Sin embargo, solo viéndolo -como hijo obediente, maestro humilde y fiel servidor del que sufre- podemos superar toda división, incluso la que nace del posicionamiento que cada cual adopta en las situaciones más complicadas de la historia. Jesús nos ayude a seguirlo y a imitarlo siempre, para vivir en el intento de hacerlo presente en la comunidad humana, construyendo la unidad sobre la base de una fraternidad tan auténtica como la de los primeros discípulos llamados junto al mar de Galilea.

2. La Caravana de los hermanos migrantes centroamericanos.

Con preocupación vemos que la situación de los hermanos de la llamada Caravana de la esperanza va haciéndose cada vez más difícil, crítica y dolorosa. Con tristeza, sentimos que esta situación corre el riesgo de entrar en un callejón sin salida. Nos duele mirar tanto sufrimiento innecesario y evitable generado por la enorme tensión que se vive entre todos los que formamos parte de este escenario. Consideramos que, como consecuencia de esta misma tensión, de las motivaciones que mueven a cada persona involucrada y de los intereses a los que cada uno sirve, se han tomado decisiones apresuradas e irreflexivas que poco han ayudado a salir de esta crisis y mucho han desgastado y hecho sufrir a los más vulnerables: los niños, los adolescentes, las mujeres, los hermanos que habitan la franja fronteriza e, incluso, a quienes hemos asumido la tarea de asistirles hasta donde alcancemos. Esta situación tan tensa ha inundado el mundo de opiniones y posicionamientos que, siendo parciales, pretenden ofrecer una visión completa de lo que estamos viviendo y, lejos de ayudar a la búsqueda de una solución, van radicalizando las posturas y abonándole al distanciamiento, a la discordia, y al mal reparto de las responsabilidades y de las culpas. No hay que perder de vista que, detrás de ese mundo de opiniones y posicionamientos, hay hermanos sufriendo. Hoy hace más falta buscar soluciones que generar más opiniones. En medio del ajetreo, de la tensión y de la violencia, vemos cómo hemos ido perdiendo de vista realidades fundamentales que, además, son necesarias para afrontar estas situaciones emergentes. Hemos de procurar vernos como seres humanos y tener presente que el respeto mutuo, el cuidado de los más vulnerables, la aceptación, el diálogo, la hospitalidad, entre otros valores, son necesarios para crear un ambiente de paz y de diálogo, incluso en las situaciones más difíciles que corren el riesgo de salirse de control. Como cristianos no olvidemos que somos hijos de un mismo Padre y hemos de vernos, tratarnos y vivir como hermanos. Lejos de nosotros olvidar que las obras de caridad [dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, vestir al desnudo, hospedar al forastero… Mt 25] son el rostro más transparente de nuestro ser cristiano y de nuestra misión en el mundo. Hermanos de esta Diócesis de Tapachula que Dios me ha permitido acompañar, gracias por su testimonio generoso y valiente. Hoy quiero animarlos a seguir haciendo todo lo posible por ayudar a los hermanos migrantes a llevar esta cruz tan pesada. Hagamos todo lo más que podamos y tengamos la seguridad que Dios nuestro Padre, y Padre de todos, tendrá en cuenta todo lo que hagamos por sus hijos, nuestros hermanos migrantes. Hermanos que ejercen la autoridad y hermanos que velan por la seguridad de nuestra patria: miremos con franqueza, con sencillez, con responsabilidad, con la bondad que siempre nos ha distinguido como nación y caigamos en la cuenta que, quienes están detrás del puente también son seres humanos, hombres, mujeres, adolescentes y niños que nos ven con esperanza. Ojalá no provoquemos que nos vean como enemigos. Dejemos salir, por encima de otros intereses nacionales e internacionales, el alto sentido de humanidad que es propio de nuestro pueblo. Atrevámonos a hablarles con la verdad, que la verdad es el primer gesto de humanidad que debemos tener con un hermano. Hermanos de la Caravana de la esperanza, no pierdan la esperanza, la paz para pensar, el respeto y el sentido de la gratitud, porque detrás de las rejas del puente fronterizo hay muchas personas que siempre los han visto como hermanos y, en medio de la lucha por sacar adelante a su familia, han tomado de lo suyo para ofrecerles algo. Dios nos dé capacidad para salir pronto de esta situación tan lacerante. Mientras tanto, todos los que formamos esta familia diocesana de Tapachula, desde nuestra pobreza, estamos invitados a hacer todo lo posible para ofrecer algo que haga más ligera la carga de estos hermanos nuestros.

3. Asambleas de Pastoral por Foranías.

Con mucha esperanza y entusiasmo hemos empezado en la Diócesis a realizar las asambleas de pastoral por Foranías. Este año hemos querido impulsar un tiempo de gracia que nos permita vivir con intensidad el momento de transición hacia el nuevo Plan Diocesano de Pastoral. Dios nos permita descubrir lo que Él ya está haciendo en nuestra Iglesia y cómo es que podemos colaborar con Él en su transformación hasta ver palpablemente su Reino entre nosotros. Que el Señor Jesús, acompañado de la Virgen María y de San José, nos ayude a vivir como peregrinos en este mundo y nos anime en nuestro esfuerzo por llegar a la casa de Nuestro Padre Celestial.

Fraternalmente
+ Jaime Calderón Calderón
VIII Obispo de Tapachula

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