Va a jugar el miedo. No todos pensamos igual, hasta el mismo presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador entró en razón y se vio en la necesidad de dejar los abrazos y los besos para tomar en serio la pandemia que padecemos, viendo lo que pasa en otras latitudes del planeta.
Vivimos una situación difícil, no se ha presentado otra parecida desde que tengo memoria. Las cantinas y los bebedores de la ciudad cerraron sus puertas por el mismo miedo a la contaminación, vale mencionarlos: La Chopería, cervecería Chilanga, abolengo Night Club Tapachula, y el famoso LOVE. Buena determinación, venga el aplauso. Otros le bajaron al horario que, aunque se llaman diurnos, pasan a ser nocturnos a las ocho de la noche. Esta pandemia no deja «títere sin cabeza», o mejor dicho, «machete estate en tu vaina» dice el refrán popular.
Las autoridades locales le echan la culpa al Gobierno Estatal del control de horario de apertura y cierre de cantinas cuando contamos con un municipio libre y soberano; es libre cuando se trata de fregar a otro, pero de ahí se hacen rosca, los de los bares piensan “otro día de chupe no cae mal”.
Veamos las consecuencias de esta manera, cuántos españoles quisieran vivir en México, porque aún no nos llega el agua al pescuezo.
Niñas y niños tenían el deseo de estar en París, en la torre Eiffel o en las pangas de Venecia, que les canten la “tuta madona” o simplemente viendo cómo se inclina cada vez más la torre de Pisa.
Por otra parte, se quejan los restauranteros de la región. No hay ingresos pero sí gastos, sobre todo el virus llamado CFE, la pandemia llamada renta, pero calma, esto apenas inicia…diría López Obrador, mientras sigamos con los bechos y apapachos…si no, al tiempo.