Un día, María Victoria y Pedro Infante coincidieron en los estudios de la XEW de la Ciudad de México y, cuando estaban por retirarse de la estación, se dieron cuenta de que había decenas de personas esperándola, un tanto alborotadas. “¿Qué vamos a hacer, María? ¿Cómo nos vamos a salir?”, preguntó Infante. “No se preocupe, somos del pueblo. Ellos (los seguidores) nos hicieron, ¿no?”, respondió la cantante y actriz. Abrieron la puerta y se abalanzaron sobre ambos. A él le quitaban el saco y la corbata, a ella las peinetas, y la abrazaban.
“Sólo les decían que no los empujaran ni apretaran”, relata Alejandro, hijo de María Victoria. Su mamá, quien el pasado 26 de febrero cumplió 98 años, inició su carrera artística en la carpa, un tipo de teatro ambulante en el que todo artista tenía contacto directo con el público. Por ahí pasaron, prácticamente, todas las estrellas del cine y el canto de la primera mitad del siglo XX.
Justo por eso, cuenta Rubén, otro de sus hijos, María Victoria aprendió la agilidad mental y la vis cómica que pueden verse en programas como La criada bien criada y Mis huéspedes. “Es alguien que puede estar diciendo chistes y no se carcajea, está seria. En las carpas estuvo con Clavillazo, con Cantinflas, que era su compadre, y que eran tremendos”, dice Rubén.
En la carpa, por sus vestidos entallados y su pequeña cintura, los hombres le gritaban de todo, de índole sexual, cuenta su hijo. “Sobre el escenario se veía, por su talle, alta, pero cuando la veían de cerca, estaba chiquitita (poco más de 1.50 metros). Los hombres le gritaban de todo. Ahora me da risa, pero antes me enojaba”. SUN
María Victoria: Vida de Talento, Rebeldía y Belleza en el Escenario
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