sábado, diciembre 21, 2024
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ALFIL NEGRO

En verdad os digo, que si no os convertís como niños, no entraréis en el reino de los cielos (Mateo 19:14)

Niños Invisibles
Oscar D. Ballinas Lezama

Dolor, depresión y angustia es lo que se ve en los rostros de cientos de niños que enfermos de cáncer, deambulan por los pasillos de los hospitales; al final terminan muriendo sin el consuelo de un medicamento para mitigar su terrible sufrimiento, lo peor de todo es que nadie parece compadecerse de ellos, sólo Dios que termina abrazándolos y llevándolos a su reino.
Desafortunadamente vivimos en una sociedad que cada día que pasa se vuelve más insensible al dolor humano; en el sureste de México los niños siguen siendo invisibles para el Gobierno Federal y para quienes deberían canalizar los recursos suficientes para labores de investigación que ayuden a detener la pandemia de las anemias aplásticas y leucemias, que siguen siendo un azote para tanta criatura de nuestro Señor.
“La Secretaría de Salud y Asistencia parece haber abandonado a su suerte a nuestra gente, sobre todo en estos tiempos en que las enfermedades nuevas aumentan, así como las que se consideraban erradicadas, como en el caso de la tuberculosis, que por la falta de vacunas en hospitales y centros médicos oficiales la enfermedad se ha hecho resistente a los medicamentos”, afirmó el médico pediatra Lisandro Calvo Pérez.
Jubilado del Seguro Social y experto en enfermedades de los niños, Calvo Pérez explica que la leucemia o cáncer en la sangre puede curarse, si es tratado a tiempo utilizando células madre que se encuentran en el cordón umbilical, sin embargo, ese tipo de tratamientos sólo se encuentran en el Centro Médico Nacional, afirmó.
En exclusiva para EL ORBE, el entrevistado añadió que el Soconusco es una zona altamente peligrosa para contraer todo tipo de carcinomas debido a las fumigaciones con herbicidas, pesticidas y otros fosforados que se utilizaron y siguen usando para combatir las plagas dañinas a la agricultura, principalmente en Tapachula, Tuxtla Chico, Mazatán, Huehuetán y parte de la Sierra Madre.
“Las plagas que atacan la producción agrícola provocaron que se fomentaran las fumigaciones con todo tipo de insecticidas, herbicidas y otros fosforados que han sido prohibidos en países del primer mundo, debido a que su toxicidad, cuando llega a un lugar, se queda para siempre en el suelo, el agua y el aire”, argumentó el médico pediatra.
Aseveró que hace años realizó una investigación a tipo personal, para detectar el grado de contaminación en la leche materna, descubriendo que tanto las mujeres del campo como de la zona urbana tenían un alto grado de contaminación con DDT, el cual era muy común utilizar para combatir los zancudos.
El médico mencionó que Diputados, Senadores y gobernantes del país deberían abocarse más a gestionar recursos para investigar y dar solución al grave problema de la contaminación ambiental en las entidades del sureste; así como ordenar una investigación a fondo para saber qué ha ocurrido con los millonarios apoyos en dinero que el Centro de Investigación “Benito Juárez” de la Ciudad de México, presuntamente ha canalizado a través del doctor Carlos Eugenio Ruiz Hernández y sus antecesores de la UNACH para investigaciones de este tipo, sin embargo, hasta ahora no se ven resultados ni a dónde van a parar al menos 10 millones de pesos anuales que se otorgan por este apoyo que sale de Conacyt.
En cuanto al protocolo burocrático que utiliza la SSA y el resto de los organismos de salud, como el Seguro Social, ISSSTE, y demás, que al parecer siguen careciendo de infraestructura hospitalaria, medicamentos y especialistas, es otro muro invisible que la gran mayoría de los padres de niños contagiados con cáncer u otras enfermedades terminales, no pueden vencer porque no hay manera de obligar a esas instituciones a solventar los tratamientos que cuestan no menos de 200 mil pesos al año.
Por otro lado, abundó que los familiares de los enfermos no tienen siquiera el consuelo de que se los atiendan en tiempo y forma, ya que si bien les va los mandan al hospital infantil en Tuxtla Gutiérrez, porque en Tapachula no hay un hospital así; las citas médicas para ser atendidos allá se dan con un mínimo de tres meses, sucediendo en muchas ocasiones que los niños fallecen sin que llegue el día para cumplir su cita.
“El error ha sido también cuando construyen nuevos hospitales, sin tomar en cuenta el crecimiento de la población, sólo los cambian de lugar y si hay un aumento en camas u aparato médico, ya es ganancia porque el personal médico y de enfermería, así como el abastecimiento de medicamentos generalmente sigue siendo el mismo”, terminó diciendo.

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