México: Crisis Ideológica de Partidos
Carlos Ramírez
El saldo principal de las elecciones presidenciales de México el pasado 1 de Julio lleva a asumir una severa crisis de los partidos como organizaciones de masas en torno a una idea propositiva. El saldo partidista de esas votaciones dejó el panorama de movimientos coyunturales y un electorado pragmático.
El nuevo partido Morena, de López Obrador, quedó en un partido-Babel de millones de personalismos y un caudillo, el PRI se ahogó en el neoliberalismo económico, el PAN conservador se unió al progresista PRD y ninguno fue ni uno ni otro, y seis partidos chicos fueron vistos como rémoras, alimentándose de las sobras electorales de los tiburones grandes.
Hasta las elecciones presidenciales de 1982, México tenía más o menos dos formaciones ideológicas claras: el PRI en el centro/izquierda y el PAN en la derecha conservadora. En 1987 el PRI se dividió en el neoliberalismo de mercado y el progresismo neopopulista del viejo priismo. En 1989 ese desprendimiento del PRI se convirtió en el PRD, con una propuesta de centro-populismo sin llegar a la izquierda, a pesar de que usó el registro legal del Partido Comunista Mexicano y los últimos comunistas abandonaron a Marx para asumir la ideología progresista del populismo histórico mexicano.
La confusión ideológica del grupo guerrillero EZLN en Enero de 1994 vino a enredar más las cosas: la bandera zapatista fue la del socialismo para México, pero con enfoques indigenistas que tenían que ver más con organizaciones comunitarias que con definiciones de clases productivas modernas. El PRD se corrió de la izquierda al centro, el PAN se movió de la derecha al centro y el PRI se fue más a la derecha económica neoliberal. Del 2000 al 2018 los partidos dejaron de proponer ideas y se asentaron en programas eficientistas.
El espectro ideológico mexicano abandonó el territorio socialista y se aglomeró en el centro/derecha. La sorpresa fue el PRD, porque siempre ha sido considerado -aún hasta hoy- como un partido de izquierda; sin embargo, en sus documentos programáticos ha llegado sólo a hablar con timidez de una socialdemocracia, a pesar de que en su militancia sobreviven muchos de los viejos comunistas del PCM que hasta 1988 hablaban de marxismo y leninismo.
Sin embargo, el PRD se alió al derechista PAN para una coalición en las pasadas elecciones presidenciales. La decisión fue audaz y abrió nuevos enfoques políticos en expectativas, pero no en realidades. La coalición PAN-PRD no propuso ninguna reflexión, no definió un programa integral de reformas y no abrió debates ideológicos; al final, ni panistas ni perredistas votaron por el candidato Ricardo Anaya Cortés y la alianza quedó en apenas 22.2% de las votaciones.
Morena fue un desprendimiento del PRD, más por la personalidad caudillista de López Obrador que por alguna diferencia ideológica o programática. El PRD abandonó la izquierda en 1997 cuando vio que acumulaba más votos sin ideología y sí con programas asistencialistas. Lo que le dio a López Obrador más votos este 2018 fue su oposición sistemática al régimen priista, sus programas asistencialistas y la apertura de Morena a todo el que quisiera sumarse sin preocuparse por sus propias ideas políticas.
El PRI perdió su rumbo ideológico histórico entre 1979 y 1987: en 1979 el grupo Salinas de Gortari redactó el Plan Global de Desarrollo que dio por terminado el ciclo económico, político y social de la Revolución Mexicana, en 1983 terminó con el papel del Estado y promovió el mercado y en 1987 expulsó a los priistas progresistas de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano. Con el neoliberalismo como propuesta de gobierno, el PRI mantuvo un promedio anual de PIB de 2.2% en el periodo 1983-2018, en tanto que el viejo PRI populista de 1934 a 1982 había logrado un promedio anual de PIB de 6%.
El PAN nació en 1939 del flanco derecho de la Revolución Mexicana, ante los radicalismos del general Cárdenas. Apoyado por la derecha empresarial, la derecha católica, la derecha priista y la derecha estadunidense, el PAN fue tomado por asalto por la derecha bancaria en 1982 como respuesta a la expropiación de la banca privada decretada por el presidente López Portillo. En los hechos, las banderas conservadoras económico neoliberales del PAN fueron las mismas del PRI de Salinas de Gortari.
Sin un contrapeso político y con un PRD anti sistema político, el PAN y el PRI conformaron una alianza mayoritaria para reformas económicas neoliberales. Hasta las elecciones del 2012 México vivió esa alianza de facto PAN-PRI. En 2014 López Obrador se separó del PRD y fundó Morena y logró construir un liderazgo social ya sin radicalismos antisistémicos. Desde que comenzó el ambiente electoral a comienzos de 2017, López Obrador encabezó todas las encuestas, en tanto que el PRI y el PAN mantuvieron su rumbo neoliberal.
El dato diferente del 2018 fue la existencia de un 75% de mexicanos con problemas de bienestar, críticos ya del neoliberalismo de mercado y en busca desesperada de una opción social progresista asistencialista. López Obrador leyó este escenario y se propuso como el candidato para ese segmento electoral, ya sin radicalismos antisistema y pasó de 32% en las elecciones del 2012 a 53% en el 2018.
La segmentación ideológica de los partidos perdió diferenciaciones y se centró en pragmatismos y eficacias. Los partidos van a tratar de mantenerse sólo con propuestas concretas. Sin embargo, toda sociedad necesita de referenciales ideológicos, a pesar de mayorías circunstanciales. A menos que, finalmente, las ideas hayan muerto en el mundo.
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