viernes, abril 26, 2024
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ALFIL NEGRO

La verdad no peca, pero incomoda (refrán popular)

A Capa y Espada
Oscar D. Ballinas Lezama

Desde el 2000 a la fecha, al menos 144 periodistas han sido asesinados en México, por ejercer su derecho a la libertad de expresión, según la Comisión Nacional de Derechos Humanos, convirtiendo a este país en el más peligroso para ejercer el periodismo.
Desde hace cinco décadas en el pueblo de México corren tiempos oscuros para el periodismo, los comunicadores sociales han caído bajo las balas de quienes se sienten afectados por esta arma poderosa que lucha contra la tiranía, los abusos, la corrupción y la injusticia; no son momentos de echar las campanas al vuelo, porque no hay nada que celebrar.
Quienes atacan el sagrado derecho a la libertad de expresión, se olvidan que ninguna sociedad puede existir sin una prensa libre, independiente y plural, el pensamiento y la palabra deben ser libres; solo que en estos tiempos ese derecho ha pasado a la historia, se ha perdido en los laberintos de la tiranía, el despotismo y el abuso del poder que ejercen algunos Gobiernos, así como dentro del miedo creado por el crimen organizado.
La libertad de expresión se remonta a los tiempos del expresidente mexicano, Benito Juárez, quien impulsó a través del Congreso de la Unión, una legislación que permitiera expresarse libremente a las personas que viven en este país.
Nos queda claro que la libertad de expresión celebrada cada siete de Junio en nuestro país, se presume es cacaraqueada para que el mundo vea el espíritu democrático y libertario del que gozan la mayoría de sus habitantes; quienes pueden hablar o escribir sobre cualquier tema que no ponga en jaque a los hombres y mujeres que gozan de gran poder político, económico, o dentro de las mafias delincuenciales.
En sexenios pasados, algunos Gobiernos de Chiapas llegaron a reconocer que nadie puede gobernar sin los medios, sin embargo, también hubieron otros que abusaron del poder para asesinar, perseguir o encarcelar a quienes se atrevían a desenmascararlos como malos gobernantes o funcionarios.
Antonio Gutiérrez, quien ha fungido como Secretario General de las Naciones Unidas, jura y perjura que ninguna democracia está completa sin acceso a la información transparente y fidedigna, ya que ello es la clave para crear instituciones justas e imparciales y con ello, hacer que los líderes rindan cuentas claras y poder así decirles la verdad a las autoridades.
Sin embargo, vivimos en tiempos de la desinformación, las redes sociales muchas veces son usadas para desinformar o desorientar a los cibernautas, al grado que ahora mucha gente ha perdido la verdad en ese laberinto cibernético, mientras que los periódicos, revistas, la radio y la televisión han sido maniatados por algunas leyes que les impiden hablar o escribir más allá de las presunciones, so pena de recibir demandas y penas económicas injustas, aun teniendo los pelos de la burra en la mano.
Si acaso el comunicador social logra llevar su noticia a la sociedad que le escucha, lo ve o lo lee, tiene que enfrentarse muchas veces no solamente a una legislación llena de lagunas legaloides, sino que pone cada vez su propia vida en la balanza de los intransigentes o el mismo crimen organizado.
A nadie le gusta que le digan sus verdades, mucho menos que se le exhiba públicamente cuando se desvía de la ley y aunque sea agarrado con las manos en la masa, exige el trato de presunto responsable, y es ahí donde la puerca tuerce el rabo para la libertad de expresión.
Ya decía un libre pensador:” En el momento en que, por desgano, cobardía, comodidad o negligencia, la libertad de expresión deja de ejercerse, ya se ha empezado a perder”.

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