sábado, abril 20, 2024
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¿Es Ecuador el Futuro de América Latina?

Moisés Naím

Ecuador rara vez atrae la atención de los medios de comunicación internacionales. En estos días, está apareciendo con más frecuencia en los titulares. Hay elecciones presidenciales y eso es siempre noticioso. Pero, esta vez, la inusual atención mediática se debe a que algunos analistas advierten que el resultado de esta elección podría señalar un cambio que trasciende a Ecuador. La pregunta concreta es: ¿Volverá al poder la izquierda en América Latina?
Entre finales del siglo pasado y comienzos de este, proliferaron Presidentes de izquierda. De Lula da Silva a Hugo Chávez y de Evo Morales a la pareja Kirchner y de Michelle Bachelet a Rafael Correa, entre otros.
La posibilidad de un viraje a la izquierda de Latinoamérica se basa en que las elecciones de Ecuador son las primeras de una serie que incluye las presidenciales en Honduras (Marzo), Perú (Abril) y Chile (Noviembre) y las legislativas en El Salvador, México y Argentina.
En la primera vuelta de las elecciones ecuatorianas ningún candidato obtuvo suficientes votos, lo cual obliga a una segunda votación el 11 de Abril. El candidato más votado en la primera ronda ha sido el izquierdista Andrés Arauz, promovido y protegido por el expresidente Rafael Correa. El segundo lugar, a bastante distancia del primero, es objeto de una feroz batalla entre el candidato conservador Guillermo Lasso y el candidato indígena Yaku Pérez, quien ha denunciado que hubo fraude.
El empresario promete eficiencia, crecimiento económico y empleo, el candidato de izquierda ofrece más igualdad, menos pobreza y más justicia, y el líder indígena jura reivindicar los derechos del pueblo originario y proteger el medio ambiente. Esta oferta electoral -el empresario, el izquierdista y el indigenista- la hemos visto en otros países. Su resultado es impredecible. A Brasil lo preside un populista de ultraderecha derecha y a México un populista de izquierda.
Pero además de las ideologías que van a prevalecer en los próximos años, hay una tendencia aún más importante: el uso de testaferros del poder. Esta es la propensión de Presidentes que no pueden ser reelectos, a «colocar» en el poder a familiares o cercanos colaboradores con la esperanza de que actúen como sus testaferros políticos.
Arauz, el candidato con más votos en la primera vuelta, es candidato gracias al apoyo del expresidente Rafael Correa. Éste no pudo ser candidato ya que fue inhabilitado por la justicia ecuatoriana por estar incurso en hechos de corrupción. Cristina Kirchner fue presidente de Argentina gracias a su marido Néstor Kirchner (y reelecta después que enviudó).
En México, la diputada Margarita Zavala, la esposa del expresidente Felipe Calderón, fue candidata en las elecciones presidenciales de 2018, donde resultó ganador Andrés Manuel López Obrador. En Colombia, Juan Manuel Santos e Iván Duque llegaron a la presidencia gracias al apoyo del expresidente Álvaro Uribe.
El populismo, -tanto de derecha como de izquierda- con sus promesas imposibles de cumplir, su adoración por políticas que ya se sabe que no funcionan y sus propensiones autoritarias es siempre una gran amenaza. Pero el continuismo es una amenaza aún mayor.
Solucionar el continuismo es difícil pero no imposible de adoptar. Lamentablemente, el uso de testaferros políticos es mucho más difícil de impedir. Pero es críticamente importante identificarlo, denunciarlo e intentar erradicarlo. Sun

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