jueves, marzo 28, 2024
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A 8 Semanas del Regreso Presencial a Clases Contagios Siguen Bajando

Fernando Carrera Castro
Representante de UNICEF en México

El cierre prolongado de las escuelas en todo el país, a consecuencia de la pandemia por Covid-19, ha sido uno de los mayores retos que ha enfrentado el sector educativo.
La decisión de las autoridades de reabrir las escuelas en este ciclo escolar 2021-2022, tras 18 meses de cierre, ha sido necesaria y consistente con el cumplimiento del derecho de todo niño, niña y adolescente a una educación de calidad, además de valiente ante la controversia sobre el regreso presencial, definida por preocupaciones y miedo -totalmente comprensibles- sobre un posible aumento en las tasas de contagio.
Hasta hoy, la evidencia confirma que las escuelas no son el principal impulsor de la transmisión comunitaria y, si se aplican las medidas de prevención de contagio adecuadas, pueden ser incluso espacios más seguros para los niños, niñas y adolescentes.
Los datos de contagios por Covid-19 a 8 semanas del retorno presencial indican que en los 14 días previos a la reapertura de escuelas el promedio de casos por día era algo menor a 1,500 (oscilando entre 2,239 y 563 casos diarios), pero desde el 30 Agosto a la fecha el promedio de casos al día es de 914 (oscilando entre 976 y 200 casos diarios)
Por supuesto, ha habido y habrá casos de contagio en las escuelas, al igual que en otros entornos sociales. Pero, según el tablero de análisis integral del regreso a clases presenciales, desarrollado en colaboración entre UNICEF y la Subsecretaría de Educación Básica, menos de 1% de las inasistencias del alumnado se debe a casos de contagio por Covid-19 (5,407 casos reportados).
El regreso a clases presenciales ha sido posible tanto por las orientaciones de las autoridades educativas como por la contribución de todas y todos los integrantes de la comunidad educativa: docentes que retomaron las clases presenciales con motivación y dedicación; padres y madres de familia por su rol activo, comprometido y voluntario en la implementación de los filtros escolares y en las jornadas de limpieza; y, por supuesto, estudiantes que cumplen con los protocolos de higiene y seguridad, volviendo a las aulas con una felicidad que contagia.
Este prolongado cierre ha sido devastador para el aprendizaje, la salud y el bienestar de las y los estudiantes, y su impacto se hará notar por años en toda la sociedad.
Tras la reapertura de las escuelas, necesitamos intervenciones audaces que pongan a la niñez y a la adolescencia en el centro de todas las decisiones nacionales, que permitan recuperar los aprendizajes y contribuyan a regresar al sistema educativo a aquellos niños, niñas y adolescentes que han dejado de estudiar durante la pandemia, especialmente los más vulnerables social y económicamente.
Más allá del efecto negativo de la pandemia, hay que hablar de las experiencias positivas: maestros innovaron para mantener el aprendizaje durante la educación a distancia, estudiantes aprendieron a ser más autónomos en sus estudios, padres y madres asumieron roles muy activos en la educación de sus hijos, entre otras.
Lo aprendido durante el confinamiento nos da la oportunidad de crear comunidades educativas más resilientes ante futuras contingencias. México puede seguir contando con UNICEF en su marcha hacia esa meta. La pandemia estará con nosotros por mucho tiempo, y debemos asumir su presencia como un reto que nos impulse a crear una educación más inclusiva y de calidad para toda niña, niño y adolescente. Sun

 

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