Tonatiuh Herrera Gutiérrez
(Profesor Universitario y Activista Cultural)
Son distintas entre sí la corriente electoral, la base militante y los grupos organizados dentro de un partido. En el caso de Morena el motor más importante de los grupos organizados es conseguir una candidatura. La corriente electoral piensa y siente de manera distinta, pero está distante de las decisiones de gobierno, del partido y de esos grupos que ya no se esconden, aunque sea de mentira, en un proyecto y sólo son escalones electorales.
Como método de selección de candidatos las encuestas no son nuevas, y de hecho desde sus inicios presentan casi los mismos problemas: 1) lo que potencialmente puede medir las encuestas: no es lo mismo lo conocido que lo bien apreciado, y tampoco lo bien apreciado que lo verdaderamente bueno, y 2) se han elegido como método ante las deficiencias de la vida interna del movimiento y del partido. En realidad, debería poder discutirse y decidir ampliamente entre la base y la corriente electoral los programas, métodos y candidaturas.
El principal problema no es la escala, sino la intención de que no sea la base quien decida, por lo cual no tienen la palabra sino las cúpulas. En este proceso también tiene su papel la idea de que la rentabilidad electoral manda sobre otros criterios de selección. Este último tema se sostiene en la izquierda electoral desde los inicios del PRD. Sin importar que es falso ese criterio en el largo plazo, las dirigencias han asumido lo que no demandaba la ciudadanía, sino todo lo contrario: se vota por la renovación, no por la continuidad.
Así, las encuestas prosperan mientras la democracia y discusión interna se atrofian. Lo que hemos dicho hasta aquí se sostiene para el caso en que las encuestas estén bien hechas, pero el caso puede ser que, además, estén alteradas.
Las encuestas eran todo un caso en el PRD, en más de una ocasión se pudo constatar cómo se elegía primero y se encuestaba después. Gente popular, según la encuesta, perdía escandalosamente en la elección constitucional frente a un competidor que había quedado en tercero o segundo lugar en el proceso interno definido por ese mismo método.
Por supuesto, en el mejor de los casos medían el conocimiento (con eso se definieron candidaturas) y la percepción de la ciudadanía (buena o mala). Pero el mejor de los casos ocurría poco.
Existen acusaciones sobre las encuestas, y existe historia de la mala como método de selección. Pero la izquierda electoral pasará por allí. No es un buen método y menos como ahora que ya se decidió sin discusión como las propias candidaturas. Ante los hechos lo mejor es hacerlo bien.
Le conviene a Ebrard que le preocupa la falta de claridad, le conviene a Sheinbaum que lleva ventaja, le conviene a Monreal aunque esté casi descartado y le conviene a Noroña y a la base por ser necesario que se tome en cuenta la iniciativa de otros dirigentes y militantes sin que sean calificados previamente por las cúpulas.
¿Qué significa hacerla bien? Por lo pronto un dato: la encuesta forma parte del proceso de selección y deberían conocerse el proceso técnico y los resultados completamente por la ciudadanía. La encuesta no es de la dirigencia ni de quienes sostienen una candidatura. Conocerse todo completo y, además, en documentos adicionales, ser explicado de forma sencilla. Qué debería procurarse presentar a la ciudanía lo trataremos luego en una segunda parte, aunque digan que las segundas partes son tan malas como estas encuestas. Sun