Darío Ibarra
La Responsabilidad Social Empresarial contemporánea tiene tres componentes o pilares básicos: el ambiental, el social y la gobernanza corporativa (ASG). Los tres se retroalimentan entre sí y pueden jugar un papel determinante en el desempeño de las empresas. En estos días se reactivó un tema de un importante consorcio empresarial en nuestro país: Grupo México que conforma diversas empresas entre las que se incluyen minas, ferrocarriles y la cadena de entretenimiento Cinemex. El escándalo mediático provocado por la contaminación que se le atribuye a la empresa ya impactó el valor de sus acciones y probablemente dificultará su acceso a los mercados de crédito internacionales. Este es un ejemplo que muestra que tales criterios realmente tienen impacto.
La protección ambiental es un tema que llegó para quedarse y que estará en la agenda mundial durante décadas, sino no extinguimos antes precisamente por la barbarie ecológica que como especie hemos provocado, pero no es el único relevante, aunque sí el más notorio y el que se entiende con mayor facilidad. Sin embargo, los otros componentes, el social y el de Gobernanza también importan. En el caso de Grupo México una de sus empresas falla también en uno de los componentes de los criterios ASG: en el social. La razón es muy simple: los sueldos que pagan a sus empleados de la cadena Cinemex son lastimosamente bajos y la contratación no es por jornada completa sino por horas. Los riesgos de una baja audiencia los descargan en los trabajadores, que son «descansados», es decir, no son llamados a trabajar y por lo tanto no les pagan, cuando hay poca asistencia al cine.
El componente de Gobernanza corporativa está asociada a criterios de ética corporativa. Está por verse si la actual controversia ambiental, realmente es responsabilidad de la empresa o si, como ellos sostienen, es un asunto que debería cerrarse toda vez que se demostró que el daño fue mínimo, si acaso lo hubo, y que se limpió y corrigió lo que tenía que arreglarse. En esta disputa existe el riesgo de que se hayan «maquillado» los estudios, o que los resultados se hayan hecho ad hoc, o a modo, para pretender demostrar que la empresa hizo lo que tenía que hacer. Tendrá que demostrarse cuál es la realidad. Si la empresa «maquilló» los resultados, estaría incurriendo en un término llamado «green washing» que significa enmascararse como empresa respetuosa con el medio ambiente sin serlo realmente. Pero esto lleva a otro problema: la ética corporativa que es parte de la Gobernanza. El riesgo aquí es que, de demostrarse que los resultados del estudio de impacto ambiental fueron manipulados, se estaría fallando también en el apartado gobernanza corporativa.
Por lo pronto, el mercado ya «castigó» a la empresa a través de una pérdida en el valor de sus acciones y, probablemente, en dificultades para ingresar a mercados financieros internacionales. Por lo menos a aquellos que financian proyectos con el distintivo ASG.
El caso de este grupo de empresas es un claro indicador de que no atender los criterios ASG puede tener repercusiones en sus indicadores financieras. El daño a la reputación de la empresa también se puede convertir en un factor que la margine de algunos mercados. Un ejemplo de esto lo encontramos en el caso de la empresa alemana Volkswagen, de la que en septiembre de 2015 se supo que el diseño automotriz generaba más contaminación de la que anunciaban y esto con conocimiento de los altos ejecutivos de la empresa.
El tema ASG llegó para quedarse. Es altamente probable que se encuentra en la agenda internacional durante décadas, por ello, lo mejor que la mayoría de las empresas debe hacer es subirse a este tren, que podría darle una mejor posición en los mercados y reducir el impacto de los riesgos a los que se enfrentan en sus actividades ordinarias. Sun