Tapachula, Chiapas; 4 de junio.- El saqueo indiscriminado y las afectaciones por los fenómenos naturales que han azotado a Chiapas en los últimos años mantiene en grave riesgo a los manglares en la Entidad, considerados como los más altos de América Latina y los más importantes por su diversidad.
De acuerdo a los resultados de las investigaciones que se llevan a cabo en la región de los manglares en el Soconusco, en esa zona costera han sido extraídos árboles que son utilizados principalmente para la construcción de casas y corrales.
Otros miles fueron destrozados durante el paso de los fenómenos naturales, incluyendo el huracán Stan y la tormenta Bárbara.
En más del 90 por ciento de las casas en las rancherías Barra de Cahoacán, Conquista Campesina y Brisas del Mar, pero también a todo lo largo de la costa del Pacífico Chiapaneco, están hechos precisamente de mangle, aunque también grandes extensiones se han derribado para dar paso a cultivos agrícolas y la crianza de animales.
Según las investigaciones, el saqueo es permanente y hasta ahora ninguna autoridad realiza labores de vigilancia para evitar ese tipo de situaciones, además de que la problemática ha generado conflictos entre comuneros y ejidatarios por el aprovechamiento del manglar.
Por ejemplo, el ejido Conquista Campesina se dice propietario de gran parte de las extensiones del sistema lagunario e incluso de los terrenos de la zona residencial de “Playa Linda”.
Los manglares siguen siendo un atractivo turístico para visitantes nacionales y extranjeros, pero lamentablemente tienden a desaparecer, ya sea por la destrucción causada por el hombre o por los fenómenos naturales.
A lo largo de la Costa de Chiapas, los manglares sirven para la reproducción de camarón y especies de escama, pero también de diversas aves y animales en peligro de extinción.
En Tapachula se encuentran los manglares más altos de América Latina y de cuatro especies diferentes, como en ninguna otra parte del mundo: El Mangle rojo, el Blanco, Botoncillo y Madresal.
Aunado a eso, entre esos bosques se forman basureros que luego les prenden fuego, creando un serio problema de contaminación, sobre todo porque ahí terminan también miles de botellas de plástico, bolsas y otros productos que son tirados en los ríos de la región. EL ORBE / Ildefonso Ochoa Argüello