Tapachula, Chiapas; 12 de junio. – Luego de permanecer paralizadas las actividades durante tres días por la creencia que se reforzaría la vigilancia en el río Suchiate, que divide a México de Guatemala, en las últimas horas se restableció el flujo comercial y de personas hacia ambos de la frontera.
Con ello, miles de extranjeros de diversas nacionalidades cruzaron sin problema alguno el afluente, llegaron a Ciudad Hidalgo, caminaron hacia el parque central y luego abordaron vehículos del servicio público para llegar a Tapachula, sin que fueran “detectados” por los supuestos retenes migratorios.
Mientras, también toneladas de productos fueron introducidos en balsas hacia los dos países. Fue tal el descaro de poder operar a plena luz del día y sin que nadie los molestara, que hasta camiones fueron llevados a la orilla del río y ahí cargaron la mercancía.
No llegó la Guardia Nacional que se había anunciado. Tampoco las fuerzas militares y navales que en los últimos meses habían vigilado la franja limítrofe por la llegada abrupta de migrantes, mucho de ellos tan violentos que agredieron a policías y agentes migratorios y destruyeron todo lo que encontraron a su paso.
Se reabrió también las bodegas y los centros de transferencia de mercancías que habían cerrado desde el jueves pasado. Algunas lucieron a su máxima capacidad con toneladas de productos que igual iban y venían, sin que nada ni nadie pudiera evitarlo.
Hacia México las balsas traían mariscos, costales de azúcar, verduras, frutas, café, cigarros, supuestas medicinas, cohetes y otros derivados de la pólvora, así como ropa, calzado, bisutería, licores, accesorios para damas y caballeros, comida procesada, gasolina, entre otros.
También llegaban cajas cerradas, sin etiqueta alguna y muy bien custodiadas que de inmediato eran subidas a camionetas que aguardaban cerca de la orilla.
A Guatemala llevaban abarrotes de todo tipo, refrescos embotellados, arroz, materiales para la construcción, huevo, aceite comestible, harinas y también, cajas selladas.
Esta vez solo hubo una patrulla de la Policía Fronteriza que estuvo estacionada justo en donde se desarrollaban todas esas actividades ilícitas.
El Puente Internacional Rodolfo Robles se mantuvo casi vacío. En realidad, la fiesta se vivió debajo de él. De acuerdo a los balseros, desde este lunes trabajan las 24 horas para reponer los días perdidos y porque se almacenó demasiada mercancía.
Los retenes en los casi 40 kilómetros de carretera entre el municipio de Suchiate y Tapachula, literalmente desaparecieron, al igual que los que estaban en la otra vía, conocida como Jaritas.
En resumen, no llegó el refuerzo de la Guardia Nacional y, en lugar de ello, se vivió un gigantesco flujo de personas indocumentadas y mercancías de dudosa procedencia durante todo el día, sin que una sola autoridad se percatara de ello, o por lo menos, eso aparentaron. EL ORBE / Ildefonso Ochoa Argüello