*Afectan al 70% de la Producción.
Tapachula, Chiapas, 11 de junio de 2025 – La producción de flores ornamentales en Chiapas, pilar económico para cientos de familias, atraviesa una etapa crítica debido al aumento de enfermedades, plagas y condiciones climáticas cada vez más extremas.
Aida Oliveira de los Santos, productora y comerciante con décadas de experiencia, hoy dedicada por completo a esta labor, comparte los retos que enfrenta el sector. Las plagas son una preocupación constante, pero no es lo único. El clima nos afecta por ambos lados: si no llueve, hay que regar todo el tiempo; si llueve mucho, se inunda y aparecen hongos, explica.
Además, el sustrato, base del cultivo, puede volverse un foco de infección si no se prepara adecuadamente. Si está contaminado, las plantas no resisten. Se secan, incluso antes de llegar al cliente, añade.
Las cifras son alarmantes: hasta el 70% de la producción puede perderse en casos graves. Las plagas más comunes incluyen pulgones, araña roja, mosca blanca y cochinillas, mientras que los hongos como Phytophthora, Pythium, oídio y botrytis afectan tanto el crecimiento como la apariencia de las flores.
Pero no todos los enemigos son visibles. Los más peligrosos son los que no se ven: nematodos, virus y bacterias. Esos destruyen desde la raíz y el productor muchas veces no los detecta a tiempo, advirtió.
Ante este panorama, los floricultores han buscado soluciones sostenibles. Gracias al programa Sembrando Vida, muchos han aprendido a fabricar sus propios productos naturales para el control de plagas. Usamos mezclas con ajo, albahaca, canela y chile. Son repelentes naturales y efectivos, comenta.
Sin embargo, cuando la infestación es severa, recurren a productos químicos con precaución. “A veces no queda de otra”, reconoce.
La experiencia de productores como Aida refleja una batalla diaria contra factores que amenazan la floricultura chiapaneca. Entre tradición y nuevas técnicas, los agricultores siguen firmes, adaptándose para preservar una actividad esencial y profundamente enraizada en la identidad local. EL ORBE/Nelson Bautista