miércoles, marzo 19, 2025
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PISA en México: lo que Importa, de Verdad

Eduardo Backhoff Escudero
(Presidente del consejo directivo de Métrica Educativa, A.C.)

Recientemente, ha retomado fuerza el tema de la aplicación de PISA en México. El debate público se ha centrado en lo que ha dicho el secretario de educación, Mario Delgado, sobre la decisión del gobierno anterior de AMLO de continuar participando en esta evaluación del aprendizaje, y la organización Educación con Rumbo, que afirma que esta decisión la tomó el gobierno actual debido a que se lo ordenó un juez, como producto de un amparo promovido por dicha organización. Pero, ¿qué importancia tiene PISA para México?, ¿qué se puede esperar de sus resultados en 2025? y ¿por qué se pone en dudado seguir utilizando esta evaluación internacional del aprendizaje?
Hay que recordar que PISA evalúa las competencias escolares que logran adquirir los estudiantes de 15 años de edad (independientemente del grado escolar que cursen), principalmente en tres dominios: lectura, matemáticas y ciencias, que se consideran fundamentales para que un(a) joven tenga un futuro promisorio. Los resultados de PISA sirven para identificar, en cada país, los aprendizajes que se logran adquirir y, con base en esta información, diseñar políticas públicas orientadas a mejorar sus sistemas educativos. Un aspecto clave de PISA es que permite conocer el progreso (o retroceso) educativo de los países a lo largo del tiempo, toda vez que este estudio se repite cada tres años, desde el año 2000.
A lo largo de las últimas dos décadas, los resultados de México en esta evaluación han sido reiteradamente bajos, razón por la cual los medios de comunicación han destacado los malos resultados del país, mientras que los gobiernos en turno han hecho lo indecible por defenderse ante estas críticas. Por ejemplo, en el sexenio pasado, AMLO afirmó públicamente que los parámetros de PISA se habían diseñado en el periodo «neoliberal» y que no se aplicaban a la Nueva Escuela Mexicana (NEM), que tenía otra concepción de la evaluación; razón por la cual los resultados de PISA no eran válidos para el país y no se tomarían en cuenta en su administración. Con base en esta narrativa, diversas autoridades educativas propusieron la cancelación de PISA, pues no era justificable que se gastaran recursos públicos en un proyecto «inservible». Ante la duda de si el país seguiría con PISA, arreciaron las críticas de especialistas y se interpusieron amparos para garantizar su permanencia. Por la presión mediática, AMLO decidió continuar participando en PISA, a pesar de la inconformidad de sus subalternos.
El gobierno de Sheinbaum sabe que los resultados de 2025 serán tan malos o peores que los de 2022, toda vez que no se atendieron las deficiencias académicas acumuladas de los estudiantes mexicanos ocasionadas por la pandemia y su mal manejo educativo, y a que se implementó un currículo nuevo que menosprecia el conocimiento científico y las matemáticas. Anticipando este fracaso, Mario Delgado ha declarado que es decisión de este gobierno la aplicación de PISA y no por la orden de un juez. Sin embargo, reitera que la NEM tiene un modelo distinto de evaluación del aprendizaje centrado en la autonomía docente; declaración desafortunada, que muestra su desconocimiento sobre las características de los estudios internacionales de aprendizaje, que se fundamentan en los avances científicos en la materia: tanto de las ciencias cognoscitivas, de los nuevos modelos de evaluación de gran escala, así como de los avances de la estadística aplicada a los procesos de evaluación del aprendizaje. Un tanto a la defensiva, el secretario de educación comenta que hay que darle tiempo al modelo de la NEM para poder apreciar sus resultados; es decir, anticipa críticas que vendrán a los resultados de PISA, argumentando que aún no es tiempo de valorar su impacto educativo. Sin embargo, aunque la NEM no se ha evaluado formalmente, Delgado ha anticipado las severas limitaciones de los libros de textos, razón por la cual mandó a corregirlos al Cinvestav, no sin la desaprobación abierta de quien los diseñó.
Finalmente, lo importante no es que México vaya a participar en PISA-2025, sino si sus resultados serán o no considerados para propósitos de mejorar la educación del país. Por lo que han dicho AMLO, Delgado y otras autoridades educativas me temo que no se utilizarán, razón por lo que a México le saldrá muy caro el ejercicio de realizar una evaluación nacional cuyas autoridades educativas menosprecian y cuyos resultados no se tomarán en cuenta. Es tanto como mandarse hacer una tomografía computarizada y que el doctor no analice ni utilice sus resultados. De verdad, esta situación nos retrata como un país kafkiano, cuya educación la dirigen personas con 90 por ciento de lealtad al presidente(a) en turno y 10 por ciento de capacidad. Sun

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