Mauricio Meschoulam
Trump es un personaje profundamente impredecible. Sin embargo, su comportamiento pasado arroja lecciones. ¿Qué nos dice ese patrón de conducta sobre cómo podría actuar ahora frente a Venezuela?
I. Sus ataques en Siria en 2017 y 2018. Para Trump era crucial proyectarse como un presidente que, a diferencia de su predecesor, sí cumplía su palabra. Si Assad usaba armas químicas contra su población, él respondería. Y así lo hizo. Sin embargo, sus ataques fueron deliberadamente limitados: operaciones calculadas para permitir que EU se replegara de inmediato. Con ello, Trump proyectó fuerza y determinación, pero evitó una guerra mayor.
II. Asesinato de Soleimani en 2020 y posterior retirada. Tras varios ataques que habían recibido las tropas estadounidenses en Irak a manos de milicias proiraníes, ordenó el asesinato del general Soleimani -el segundo hombre más poderoso de Irán. Washington volvió a mostrar fuerza y determinación. Pero, cuando Irán respondió lanzando misiles balísticos contra tropas estadounidenses, Trump se apresuró a afirmar que no hubo heridos -algo que después se desmintió- y cerró el episodio evitando una guerra con Irán.
III. Afganistán. Tras haber escalado el número de tropas en Afganistán, Trump activó un proceso de negociación directa con el liderazgo talibán, marginando al gobierno de Kabul, que en teoría era aliado de Washington. Ese proceso culminó en un pacto con los talibanes para la retirada de EU, incluso cuando ese grupo continuaba con su ola de atentados contra civiles y contra tropas estadounidenses.
IV. En 2025: los houthies. A inicios de este año era evidente que Trump no deseaba una guerra mayor en Medio Oriente. Tanto el presidente como un grupo influyente en la Casa Blanca sostenían que una guerra en Medio Oriente no era prioritaria, puesto que más que defender intereses de EU, «se estaba defendiendo a Europa». Pero Trump fue persuadido por el sector duro de sí lanzar una campaña contra los houthies, misma que terminó en la primera oportunidad que pudo pactar con ellos y presentar el asunto como victoria.
V. En 2025: el bombardeo contra instalaciones nucleares iraníes. El resultado de una idéntica discusión al interior de su círculo fue, de nuevo, un golpe de fuerza: contundente, con despliegue tecnológico y determinación, pero acompañado del rápido mensaje en Truth donde Trump aseguraba que esa única ola de ataques daba por concluido el episodio y que «los aviones regresan a casa».
¿Qué lecciones leemos de todo lo anterior para el caso EU-Venezuela?
La discusión en su círculo -entre un sector aislacionista y otro duro- continúa. Aunque Trump suele inclinarse hacia AmericaFirst, tiene a su lado a un actor extremadamente influyente: Marco Rubio. Además, para él sigue siendo clave su otra doctrina, PeaceThroughStrength.
Trump sí ataca cuando lo considera necesario, pero una vez que se siente satisfecho con la fuerza exhibida, suele buscar negociar. Si percibe un error de cálculo o riesgo de un conflicto prolongado, su conducta pasada sugiere que intentará desescalar y pactar cuanto antes.
Dado el enorme despliegue naval en la zona, su patrón sugiere que Washington sí podría lanzar ataques contra territorio venezolano, aunque intentaría mantenerlos relativamente limitados. Serían golpes de fuerza considerable, pero quizás de duración acotada, buscando elevar la presión sobre Maduro para dimitir o negociar.
No es el único escenario, pero sí uno con alta probabilidad. Otros incluyen una negociación previa o durante los ataques, o situaciones donde la escalada lo obliga a retirarse o a profundizar la acción. Todo dependerá de su personalidad, de la discusión en su círculo y en el Pentágono. Sun





