Ricardo Homs
Primero se perdió la batalla frente a la destrucción del Poder Judicial y ahora va por el mismo camino la sobrevivencia de los 7 organismos autónomos que hasta hoy están protegidos por nuestra Constitución, los cuales ya fueron eliminados por la bancada de Morena y aliados en la Cámara de Diputados.
Este afán destructivo nos lleva directo a un modelo de gobierno autoritario, sin contrapesos ni pluralidad democrática. Sin embargo, lo más grave es la aprobación ciudadana por parte de un alto porcentaje de mexicanos y la indiferencia del resto frente a estos retrocesos.
Estamos perdiendo la batalla democrática debido a una muy deficiente defensa por parte de los partidos de oposición, así como del mismo Poder Judicial y de las instituciones que hoy caminan hacia la desaparición. Mucho esfuerzo y valentía en la confrontación, pero poca eficiencia estratégica.
Hechos valen más que mil palabras, aunque estas acciones lleven como finalidad mantener el control con objetivos electorales. Faltó una narrativa emocional y se abusó de razonamientos basados en valores democráticos, que son absolutamente ajenos a la realidad cotidiana, pues carecen de significados frente a las graves carencias que vive un altísimo porcentaje de nuestra población.
Los estrategas del Poder Judicial no supieron comunicar que esta reforma constitucional no va a cambiar la existencia de las graves injusticias en la procuración de justicia cotidiana, pues las autoridades que vulneran sus derechos, como lo hacen los ministerios públicos y todas las policías locales -que forman parte de la estructura de primer contacto-, seguirán siendo las mismas.
Esta reforma eliminó la última frontera donde siempre podría darse la última batalla contra unas autoridades abusivas, que hoy quedaron ya sin contrapesos. El engaño consumado fue hacer creer al pueblo que el cambio sería integral y llegaría hasta su realidad cotidiana. La oposición no le supo explicar que esta reforma judicial era parte de una lucha por el control del poder absoluto.
Que no era una lucha ciudadana, sino la batalla del Poder Ejecutivo -con la complicidad del Legislativo hoy manipulado por la 4T- para eliminar su último contrapeso real, borra la oportunidad de una justicia llana y contundente.
Los testimoniales que daban cuenta de éxitos jurídicos de la SCJN a favor de ciudadanos fueron fríos, racionales y confusos, incapaces de conectar emocionalmente con las mentes sencillas y poco ilustradas, que hoy representan el voto del rencor y del resentimiento, al que apela directamente la 4T con mensajes sencillos, claros y entendibles.
Lo mismo está sucediendo con la muy posible desaparición de los organismos autónomos, pues éstos no supieron explicar al ciudadano sencillo y poco informado qué tanto perdería al no contar con ellos.
Explicar —por ejemplo— que la COFECE tiene como prioridad evitar los monopolios como los que el mismo gobierno está fortaleciendo, como lo es la CFE… ¿Quién le protegerá de los cobros indebidos por energía eléctrica? ¿O de los apagones hoy cada vez más frecuentes?
Destacar que la corrupción crecerá si se deja de transparentar lo que gasta el gobierno, y que el INAI ha sido un bastión contra la opacidad, que durante el sexenio de López Obrador creció sin control.
Definitivamente hoy las batallas políticas se están perdiendo por una narrativa deficiente y poco convincente, frente a una exposición engañosa y altamente persuasiva como la que hoy maneja la 4T. ¿A usted qué le parece? Sun