martes, abril 23, 2024
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Navidad en Paz y Fraternidad

Felipe Arizmendi Esquivel

Todos anhelamos vivir en paz y en armonía. Son nuestros mejores deseos durante Navidad y Año Nuevo, tanto con la familia como con amistades y conocidos. Es el mayor anhelo de Dios para toda la humanidad: que no haya más divisiones, guerras, enfrentamientos, pleitos, sino respeto, ayuda mutua, perdón y solidaridad. ¿Esto es posible? Ciertamente es deseable, y de nosotros depende que el sueño de Dios se haga realidad. ¿Cómo? ¿De qué forma podemos hacer real y concreto el sueño de Dios?
Cuando alguien quita sus tierras a sus hermanos de raza, a sus vecinos, a sus propios familiares, sobre todo cuando tiene las propias y no vive en la miseria, contradice el plan de Dios y se hace un Caín para su hermano.
Cuando una persona usa armas de todo tipo para espantar y amedrentar a su prójimo, ya no es hermano, sino enemigo. No ha comprendido el mensaje de Jesús, aunque se diga creyente.
Cuando grupos violentos provocan que miles de personas vivan desplazadas, con hambre y frío, expuestos a todas las enfermedades y a la muerte, contradicen el espíritu de Navidad, niegan su religión cristiana, si es que la tienen.
Cuando organizaciones criminales extorsionan, roban, matan y generan miedo y terror, no son ángeles de paz, sino demonios a quienes sólo importa el dinero, el poder y el placer. Eso no es Navidad.
Por lo contrario, cuando somos solidarios con los desplazados y procuramos hacerles llegar ropa, alimentos, medicinas y protección para sobrevivir, entonces es Navidad. Lo que hacemos por esas personas, Jesús lo recibe como hecho a él mismo.
Cuando tenemos una atención, una palabra, una sonrisa y damos una ayuda a un pobre que pide limosna en la calle, entonces es Navidad. Es lo que Jesús nos enseña: Trata a los demás como te gustaría que te trataran, si estuvieras en su caso.
Cuando visitamos a un enfermo, a un encarcelado, a alguien que pasa por una situación dolorosa, cuando somos generosos con los migrantes, entonces es Navidad. Aunque en casa no hayamos puesto “nacimiento”, estamos viviendo la esencia de este misterio.
Cuando somos capaces de perdonar a quien nos ha ofendido, y le tendemos la mano de todo corazón para restablecer la paz, entonces es Navidad, porque hacemos vida el mensaje celestial: “Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra la paz”. Que así sea. Es la Navidad que deseamos para ustedes.

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