sábado, abril 27, 2024
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Polígrafo Político

¡Timaron a Gurría!
Darinel Zacarías

“De pronto me vi, como un perro de nadie ladrando, a las puertas del cielo”
Joaquín Sabina

La estampa del lopezobradorismo en el poder es simple y sencilla, la pretensión de mandar golosinas desde sus conferencias de prensa.
Engolosinar al pueblo. Una toba estrategia de ejercer un mandato. Idea alguna vez usada ya por gobernantes de la vieja guardia.
Válido o no, es muestra del aún beneplácito y popularidad del que goza de Andrés Manuel López Obrador.
¿Pero que algún gobernante aldeano quiera imitar esa estrategia? Es por donde lo queramos ver, una gran sandez.
El surrealismo del actual Gobierno de Tapachula se refleja en su ingobernabilidad. Súper asesores que dejan como carne de cañón a su patrón.
Ideas de oropel, de desvalorización y autenticidad. Sus mecanismos para posicionar a Óscar Gurría Penagos únicamente sirven para ser objeto de burla. Lo hunden. Sí, se hunde.
Su burda idea que le vendieron de implementar un sistema a modo de “Mañaneras” cada lunes, sólo reflejó desde su inicio la invisible vivacidad de sus paleros, de no buscarle una estrategia novedosa.
Pero cayeron en la ridiculez, y ese gobierno de espejismos -para variar- fue otra vez la candonga que provoca un gobernante simulador e inútil.
A Gurría lo usan como roedor en una caja experimentos. Le venden la idea de engolosinar a su pueblo, pero nada le cuaja.
Jocoso es darle campanadas al aire a una muestra del tamal y no buscarle solución a los conflictos de índole social, que provocan caos e ingobernabilidad, anarquía y sedición por un gobierno local gris y sórdido.
Entiendan esos señores. Obrador vive su momento de gloria y de populismo.
A nuestra gente le gusta ver a un AMLO dando la cara todos los días en una Mañanera, girando instrucciones, aclarando, bromeando y hasta vilipendiando.
Pero Gurría no es el facsímil barato de Obrador. No se puede cotejar en esas dimensiones y cataduras. ¡Despiértenlo!
Las frustradas mañaneras que pretendía implementar el Gobierno de Tapachula, no fue ni la milésima parte del show que monta a diario Obrador.
En el recuerdo quedará Óscar Gurría, con su intentona de ser hombre con vocación de poder. Que decepcionó a Tapachula y que se rodeó de funcionarios lánguidos, torpes y confusos, que en su afán por defender a su señor, se hacen bolas y se contradicen.
Sus mañaneras, al igual que el estribillo de Sabina, duro lo que duran dos peces de hielo en un whisky on the Rocks. Y quedó demostrado que sus asesores no saben ni siquiera los principios elementales de la comunicación política.
Su patíbulo entonces, quedó en el escenario. Abandonado. Y el designio de inyectar oxígeno a su Alcalde, feneció.
Los ilusorios asesores con este encauce dejaron al descubierto su ignorancia, su papel de timadores y la vulnerabilidad de su jefe en turno.
Pobre Gurría, trató de mandar en público. Pero todos saben que no manda, ni en su casa. Y eso lo sabe, la Abeja Reina.
¿O no?
¿Quién dijo que tengo sed?

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